BIOGRAFÍAS
Nicolai Hartmann
Artículo de la Enciclopedia Libre Universal en Español.
Hartmann es uno de los filósofos más importantes del siglo XX, pero también uno de los más olvidados. Los motivos de este olvido se encuentran en su filosofía misma, tanto en su pretensión y doctrina como en su modo de trabajo.
La intención hartmanniana de abarcar, al menos problemáticamente, los distintos aspectos de la realidad en su totalidad fue en contra de la idea imperante de el carácter fragmentario de la realidad, doctrina y actitud axiológica propias de las filosofías posthegelianas. La ausencia, al menos aparente, de los problemas existenciales humanos –tal como el existencialismo los presentó-, de la cuestión del lenguaje y de la economía hizo que la ontología hartmanniana no participara en los movimientos filosóficos predominantes del s. XX: las doctrinas filosóficas del ‘giro lingüístico’, del existencialismo, de la hermeneútica filosófica y del neomarxismo. Si participó, por el contrario, del movimiento fenomenológico, principalmente con su Ética, la cual se presentó junto a la teoría ética de Scheler como representante de la ‘ética material de los valores’. Sin embargo, esta doctrina ética ha caído también en el descrédito en la segunda mitad del siglo XX. La forma sistemática que tiene Hartmann, por último, de presentar los problemas y soluciones que la filosofía propone fue en contra de la tendencia antisistemática de la filosofía contemporánea, idea correlativa del carácter fragmentado de lo real, después de la caída del sistema hegeliano.
Las ideas que han motivado el olvido de la filosofía hartmanniana, no obstante, han olvidado el aspecto ‘crítico’ de la misma, carácter que comparte con dichas doctrinas contemporáneas. Una de las originalidades de Hartmann es haber fusionado ambas tendencias. Las críticas contemporáneas a Hartmann como representante de una filosofía sistemática, taxonómica, dogmática, cerrada, etc., no hacen justicia a los caracteres antisistemático, provisional, antidogmático y abierto de su doctrina.
Los motivos histórico-políticos del olvido de la doctrina filosófica de N. Hartmann se deban, probablemente, a su estancia como profesor de filosofía en la Universidad de Berlín, junto con E. Spranger, durante el período 1931-1945. La acusación de nazismo parecería ser, por esta razón, algo evidente. No obstante, como han mostrado documentos y numerosos testimonios de la época, Hartmann no participó activamente en el nazismo y tenía alumnos judíos en sus clases. Por último, el mismo Hartmann en un artículo (Fines y caminos del análisis categorial, 1947) sostuvo que el problema del nazismo se halla en su ‘prejuicio de la raza’. El prejuicio de la raza, como tantos otros prejuicios –indica Hartmann- es algo que los fenómenos de la realidad han mostrado como ‘prejuicio’. El prejuicio de la raza ha sido desmentido tanto por fenómenos biológicos como culturales.
Planteo de una ontología crítica
Su doctrina es, hasta el día de hoy, sino el último, sí uno de los últimos sistemas de filosofía que tiene la pretensión no desmedida y consciente de abrazar no definitivamente y en forma problemática la realidad. La pretensión de totalidad es lo que da pie a su proyecto de una ‘ontología’; el carácter no definitivo y problemático de la investigación de la totalidad constituye su carácter ‘crítico’. La pretensión de Hartmann es no sólo el bosquejo, sino la realización concreta, aunque no definitiva, de una ‘ontología crítica’. En este sentido se puede hablar literalmente de una ‘ontología nueva’.
El carácter ‘crítico’ de la ontología ha de consistir no sólo en el carácter consciente de los propios elementos que hacen posible la investigación, aunque esto -según Hartmann- pueda saberse sólo al final por medio de la reflexión, sino también por la conciencia de no traspasar límites indebidamente y de atenerse debidamente a lo comprobable y verosímilmente hipotético.
El aspecto crítico de una ontología es inevitable después de la crítica kantiana a la ontología tradicional y toda teoría del ser que quiera presentarse como ciencia ha de tener en cuenta dicha crítica. La ontología hartmanniana pretende ser, por esto, la continuación y realización concreta de aquella metafísica científica que tenía que tener en cuenta los problemas de la Crítica de la razón pura, tal como Kant indicó como proyecto en sus Prolegómenos a toda metafísica futura que quiera presentarse como ciencia.
Lo que ha obstaculizado, sostiene Hartmann, la realización efectiva de una ontología científica es el sistema de prejuicios de la metafísica occidental. Una nueva ontología u ontología crítica sólo es posible, por tanto, no sólo si se tiene en cuenta la crítica kantiana a la metafísica tradicional, sino también si se percatan también los prejuicios de la metafísica tradicional que perduran incluso en la filosofía kantiana y postkantiana y los nuevos prejuicios que han traído consigo dichas filosofías. El reconocimiento de los prejuicios implica en algunos casos eliminarlos y en otros casos simplemente ser conscientes de ellos para que no se introduzcan subrepticiamente. El análisis hartmanniano de los prejuicios, sobre todo los eliminables, análisis paradójicamente olvidado, constituye uno de los ejercicios más concretos de la deconstrucción del pensar occidental.
Deconstrucción hartmanniana de la metafísica occidental: los prejuicios del pensar occidental
Prejuicios metafísicos (postulados del sistematismo filosófico)
Prejuicios ontológicos (relación formal y material del principio y lo concretum)
Prejuicios ontológicos (tipos estructurales formales de la realidad)
Prejuicios ontológicos (tipos estructurales materiales de la realidad)
Prejuicios de lo inorgánico
Prejuicios de lo orgánico
Prejuicios de lo psíquico
Prejuicios generales de lo espiritual
Prejuicios particulares de lo espiritual
Prejuicios ontológicos-gnoseológicos
Prejuicios ontológicos-gnoseológicos-lógicos
Prejuicios gnoseológicos-ilógicos
Prejuicios ontológicos-éticos
Prejuicios subjetivistas
Prejuicios culturales y sociológicos
Independientemente de los prejuicios ontológicos, los prejuicios gnoseológicos, éticos y subjetivistas son también, indica Hartmann, prejuicios del ser espiritual. El hombre es el único ente que contiene, según lo comprobable hoy y no según un privilegio, la legalidad del ser espiritual (apercepción, moral, conocimiento como visión de las esencias, elección, comprensión, donador y cumplidor de sentido, etc.) como parte de su estructura.
La distinción analítica de los prejuicios permite ver, señala Hartmann, cómo se articulan entre sí los prejuicios, cómo ‘unos se montan sobre otros’, p. ej., el principio de la cultura con el prejuicio de la libertad y ambos con el prejuicio de la teleología y los tres con el prejuicio de la gradualidad. Así, p. ej., en la filosofía de Hegel. El espíritu es el principio de los principios, su esencia es la libertad, la libertad se da en un ente único, el hombre; por otro lado, la esencia del hombre es lo espiritual y la esencia de lo espiritual es la libertad. El hombre, no obstante, es un ser natural. ¿Cómo cumple entonces el hombre su esencia, su sentido? Liberándose de lo natural. ¿Mediante qué? Mediante la cultura, inmediatamente práctica y mediatamente teórica. En suma, la cultura es el fin último o teleología o grado final de todos los grados intermedios por los que tiene que pasar el espíritu para cumplir de esencia.
IV Temas de la realización efectiva de una ontología crítica
La eliminación de algunos prejuicios, p. ej., los del sistematismo filosófico, y la no eliminabilidad y, por tanto, precaución de otros, p. ej., los de la correlación y las formas estructurales de la realidad, permiten analizar la realidad de una forma no ingenua y crítica. La ingenuidad no sólo la comenten el pensar cotidiano y científico, sino también, y quizás más, el pensar filosófico. Hartmann analiza la realidad en todos sus aspectos, intentando no caer en ninguno de los prejuicios por él mismo destacados. La mirada crítica de la ontología hartmanniana destaca, de esta manera, los siguientes temas:
Metafísica, ontología y teoría del conocimiento
Ontología
Ontología y teoría de la realidad
Ontología y teoría del conocimiento
Ontología, ética y estética
Ontología, ética, estética y teoría de la experiencia subjetiva e intersubjetiva
Ontología, historia y lo suprahistórico
V Aspectos novedosos de la ontología crítica
El aspecto ‘deconstructivo’ de la ontología crítica de Hartmann no es sólo uno de los puntos por los cuales la filosofía de este pensador merece ser revivida, sino también, como se puede observar, por los temas mismo de su ontología, que en muchos casos son novedosos por su contenidos y por el modo novedoso de tratar también temas antiguos, medievales, modernos y contemporáneos. Entre estos temas se encuentran:
Estructura del problema
Ontología
Ontología y gnoseología
Ética, estética y religión
Teoría de la experiencia
Ciencia, Política e Historia
Breve biografía de Nicolai Hartmann
Nicolai Hartmann nació el 20 de febrero de 1882 en Riga. Estudió filología clásica, medicina y astronomía en San Petersburgo. En 1905 llegó a Marburgo y tomó contacto con Paul Natorp y Hermann Cohen. Sus primeros trabajos son sobre filosofía antigua y ciencia: El comienzo filosófico de la matemática de Proclo el sucesor (1909), La lógica del ser de Platón (1909) y Cuestiones fundamentales filosóficas de la biología, (1912). Fue soldado alemán en el frente ruso durante 1914-1918.
En 1921 edita Líneas fundamentales para una metafísica del conocimiento, donde rompe con el movimiento neokantiano marburguense y asume líneas contemporáneas como son las fenomenologías de Husserl, Pfänder, Geiger y Scheler, si bien las critica, y la teoría de los objetos de Meinong. La obra aborda el problema del conocimiento por todos los flancos: psicológicos, lógicos y éticos. Luego trata el problema del conocimiento desde el conocimiento mismo (el principio de la inmanencia) y se muestra por una serie de aporías de la misma inmanencia cómo la inmanencia misma lleva ella misma a la trascendencia. Aquí comienzo el problema ‘metafísico’ del conocimiento, el cual Hartmann lo desarrolla ampliamente en la obra en su aspecto racional, el lado ‘ontológico’.
De 1921 a 1926 es profesor ordinario en Marburgo, quien lo sucede es Heidegger. En 1926 edita la Ética y continua, indica Hartmann, aunque con profundas críticas y refundición, la ‘Ética material de los valores’ de Max Scheler. Aquí Hartmann critica la teoría scheleriana de la preferencia, mostrando que moralmente es tan lícito elegir por el valor superior (altura) como por el inferior (fuerza). Fuerza y altura son, por esta razón, la estructura antinómica básica de la vida moral del hombre. Ambas están fundadas, a su vez, en ciertas estructuras antinómicas de la realidad misma. Esto da lugar a una teoría pura de las estructuras antinómicas o conflictivas de los valores morales entre sí. También se critica, por otro lado, la teoría scheleriana de los valores religiosos y se muestra como existen antinomias insolubles entre los valores religiosos y morales. Por otro lado, la Ética hartmanniana pretende dar cuenta y resolver el conflicto platónico-kantiano y nietzscheano: diferencia y relaciones entre la absolutez y la relatividad de los valores en la historia. La cuestión de la libertad, por último, no puede mostrarse con certeza, pero hay indicios claros de la ‘posibilidad ontológica de la libertad humana’: la responsabilidad y los fenómenos dependientes de ella: remordimiento, arrepentimiento, perdón, etc.
En 1926 se traslada a Colonia y permanece ahí hasta 1931. También en 1926, pero ya en Colonia, edita Leyes categoriales y Cómo es posible una ontología crítica, ambos trabajos serán parte luego, aunque en un contexto mayor y con refundiciones importantes, del tercer volumen de la ‘ontología crítica’, La estructura del mundo real. En Cómo es posible una ontología crítica presenta Hartmann por primera vez la teoría de los prejuicios del pensar filosófico occidental desde los griegos hasta el presente.
En 1931, tras la negación de Heidegger, Hartmann es llamado a Berlín. Permanece ahí hasta 1945 junto con Eduard Spranger como profesores de filosofía. En 1933 sale a la luz El problema del ser espiritual, donde Hartmann asume y realiza críticas profundas tanto a la teoría del espíritu de Hegel como a la teoría del ‘uno’ de Heidegger.
En 1935 se edita Para una fundamentación de la ontología, donde aparece por primera vez claramente esbozado el plan y realización efectiva de la ‘ontología crítica’ desde sus fundamentos y flanqueando todos los aspectos de la misma: la cuestión del ser y el ente, el problema del ente en general, la diferencia capital entre manera de darse y manera de ser, los momentos del ser, la cuestión fundamental inmanente, metafísica y ontológica del conocimiento y las maneras de darse real e ideal de la realidad.
En 1938 edita Posibilidad y realidad, el fundamento especulativo de la ontología crítica. En dicha obra se realiza, entre otras cosas, un crítica exhaustiva al concepto aristotélico de posibilidad, el cual –según Hartmann- ha determinado el destino de la metafísica occidental hasta el presente. Frente a Aristóteles se debe reivindicar el concepto de posibilidad de la escuela megárica, contemporánea de Platón y Aristóteles y contra los cuales discute en los libros VII-IX de la Metafísica. De dicho concepto no se ha establecido un estudio sistemático y atacado todas sus consecuencias. Posibilidad y realidad es la realización de dicha tarea. Esto da por consecuencia, entre otras, una nueva interpretación y críticas de las tesis sobre el ser, el devenir, la posibilidad e imposibilidad, necesidad y contingencia y realidad e irrealidad de Parménides, Heráclito, Platón, Aristóteles, Plotino, Duns Scoto, Spinoza, Leibniz y Hegel. Pero en la realización de esta tarea aparecen nuevas estructuras de la realidad, p. ej., la difícil y novedosa temática del ‘circuito modal del conocimiento’, donde se realiza una interesantísima interpretación de qué significa ontológicamente la visión de las esencias de la fenomenología husserliana.
En 1940 se edita Nuevos caminos de ontología, título inspirado en el libro Nuevos caminos de física (1938) de Sir Arthur Eddington, fundador de la astrofísica. Hartmann expone sumariamente aquí el declive de la metafísica tradicional y los temas de la nueva ontología. Aparece allí por primera vez la difícil cuestión de la interpretación dinámica de los estratos del mundo real.
En 1942 sale a la luz La estructura del mundo real, obra que expone exhaustivamente la conocida teoría hartmanniana de los estratos de la realidad y la complejísima estructura de las leyes categoriales que rigen el mundo real. Después de exponer los prejuicios de la metafísica occidental, la obra en su segunda parte trata cada uno de los 12 pares de opuestos que constituyen, hasta hoy, la estructura del mundo real como tal y las leyes categoriales de los mismos para todos los estratos. Esta obra pretende, por esta razón, dar cuenta y ser la primera asunción de la teoría de las categorías hegelianas de la Ciencia de la lógica.
En 1945 Hartmann huye de Berlín tras la invasión rusa y se va a Göttingen, donde pasará los últimos años de su vida. En dicha huida Hartmann pierde su obra ‘Lógica’ de catorce capítulos trabajada desde el año 1931 hasta esa fecha. Lamentablemente nunca pudo ser escrita de nuevo por el autor.
En 1950 sale Filosofía de la Naturaleza, la última gran obra filosófica publicada en vida de Hartmann. En dicha obra se realiza una interesantísima crítica a la teoría de la relatividad, se exponen en forma sistemática los pensamientos hartmannianos sobre la materia, el espacio y el tiempo, la astrofísica, microfísica y la biología y se interpretan críticamente nuevamente las aporías de Zenón, las antinomias cosmológicas kantianas y las críticas hegeliana a ambas clases de antinomias. En esta obra, además, se exponen los distintos nexos, adelantados someramente en la Estructura del mundo real, de cada uno de los estratos. Una de las consecuencias de la exposición hartmanniana es mostrar la pluralidad de nexos distintos a los de la mera causalidad y finalidad. A fines de 1950 Hartmann muere de un infarto en Göttingen.
En 1951 se publican póstumamente El pensar teleológico y Estética. La primera obra estaba terminada ya en 1944 y pensada como continuación de la Filosofía de la naturaleza. Como su título indica, está dedicada al pensar teleológico, principalmente al origen de dicho pensar, las investigaciones aristotélicas sobre la vida orgánica. Por otro lado, dichas investigaciones se entrecruzaron con las características de la actividad teleológica humana. En ambos casos se trata, pues, de seres vivos con movimientos. Dicha obra muestra como este pensar luego ocupó y desplazó o se mantuvo en el fondo, incluso hoy, de las otras formas de pensar de la filosofía occidental. El pensar teleológico, indica Hartmann, no se puede erradicar, pero es evitable si se hace consciente de su en los ámbitos que categorialmente no corresponden a él.
La segunda obra fue escrita durante 1944-1945 y está inconclusa. La obra contiene una asumción y crítica de las teorías estéticas platónica, aristotélica, kantiana y postkantianas (Schlegel, Schelling, Hegel, Vischer, Schopenhauer y Nietzsche). La originalidad de la misma reside en el tratamiento del arte desde la teoría de los estratos. Esta teoría muestra que el acto artístico –insiste Hartmann-, halla su origen en un valor extra-estético, a saber, en un valor ético determinado, el valor del compartir que el hombre tiene o lo que Nietzsche había llamado en ‘la virtud que regala’.
La estructura del arte es una estructura de correlación: sin el espectador no hay arte, pero el espectador por sí mismo no encuentra siempre arte, pues es una correlación muy particular. El análisis de la Estética consiste en captar en qué consiste esa correlación especial y por otro lado captar la legalidad propia de los actos como de los contenidos artísticos. Por el lado del contenido, el arte artístico, pero también el natural, se halla en un mundo con una estructura estratificada y como está asentado sobre los materiales de ese mundo, p. ej., lienzo, cuerda, piedra, mármol, papel, tinta, etc., contiene ya como realidad inorgánica una estructura estratificada. Esto constituye el ‘estrato externo’ del arte. Pero lo que se llama arte no es aquella realidad sensible que sirve como materia o soporte del arte, sino aquello que aparece en aquel soporte y que no es él mismo material: la estatua está materialmente quieta, pero en ella ‘aparece’ el movimiento, la vida. Este ‘aparecer’ para un espectador es lo propiamente artístico y ello constituye el ‘estrato interno’ del arte. Tanto el ‘estrato externo’ como el ‘estrato interno’ del arte están, a su vez, estratificados. Por el lado del acto, éste tiene su origen en el valor moral del compartir o lo que Nietzsche había descrito como la ‘virtud que regala’. El acto estético está fundado sobre el cumplimiento de un valor moral y él mismo no es un acto de conocimiento, pues no está en juego la verdad o la falsedad del arte, sino simplemente lo que está en juego es el puro aparecer. Mediatamente el acto estético sí es un acto de conocimiento, pues incluye el saber cómo operar con los elementos artísticos para lograr una obra de arte (verdad esencial del arte) y la pretensión de realidad de todo arte (verdad vital).
¡Viaje por la dimensión Biótica,Vivencial, Conciencial y Existencial del Hombre,
hacia la comprensión del Mundo, la Vida y Nosotros mismos.!
abramoscomillas@yahoo.es - polifemo@abramoscomillas.org
Derechos Reservados 2009 - Power by: Solgraphics Diseño SAS
Nicolai Hartmann
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hacia la comprensión del Mundo, la Vida y Nosotros mismos.!
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BIOGRAFÍAS
Nicolai Hartmann
Artículo de la Enciclopedia Libre Universal en Español.
Hartmann es uno de los filósofos más importantes del siglo XX, pero también uno de los más olvidados. Los motivos de este olvido se encuentran en su filosofía misma, tanto en su pretensión y doctrina como en su modo de trabajo.
La intención hartmanniana de abarcar, al menos problemáticamente, los distintos aspectos de la realidad en su totalidad fue en contra de la idea imperante de el carácter fragmentario de la realidad, doctrina y actitud axiológica propias de las filosofías posthegelianas. La ausencia, al menos aparente, de los problemas existenciales humanos –tal como el existencialismo los presentó-, de la cuestión del lenguaje y de la economía hizo que la ontología hartmanniana no participara en los movimientos filosóficos predominantes del s. XX: las doctrinas filosóficas del ‘giro lingüístico’, del existencialismo, de la hermeneútica filosófica y del neomarxismo. Si participó, por el contrario, del movimiento fenomenológico, principalmente con su Ética, la cual se presentó junto a la teoría ética de Scheler como representante de la ‘ética material de los valores’. Sin embargo, esta doctrina ética ha caído también en el descrédito en la segunda mitad del siglo XX. La forma sistemática que tiene Hartmann, por último, de presentar los problemas y soluciones que la filosofía propone fue en contra de la tendencia antisistemática de la filosofía contemporánea, idea correlativa del carácter fragmentado de lo real, después de la caída del sistema hegeliano.
Las ideas que han motivado el olvido de la filosofía hartmanniana, no obstante, han olvidado el aspecto ‘crítico’ de la misma, carácter que comparte con dichas doctrinas contemporáneas. Una de las originalidades de Hartmann es haber fusionado ambas tendencias. Las críticas contemporáneas a Hartmann como representante de una filosofía sistemática, taxonómica, dogmática, cerrada, etc., no hacen justicia a los caracteres antisistemático, provisional, antidogmático y abierto de su doctrina.
Los motivos histórico-políticos del olvido de la doctrina filosófica de N. Hartmann se deban, probablemente, a su estancia como profesor de filosofía en la Universidad de Berlín, junto con E. Spranger, durante el período 1931-1945. La acusación de nazismo parecería ser, por esta razón, algo evidente. No obstante, como han mostrado documentos y numerosos testimonios de la época, Hartmann no participó activamente en el nazismo y tenía alumnos judíos en sus clases. Por último, el mismo Hartmann en un artículo (Fines y caminos del análisis categorial, 1947) sostuvo que el problema del nazismo se halla en su ‘prejuicio de la raza’. El prejuicio de la raza, como tantos otros prejuicios –indica Hartmann- es algo que los fenómenos de la realidad han mostrado como ‘prejuicio’. El prejuicio de la raza ha sido desmentido tanto por fenómenos biológicos como culturales.
Planteo de una ontología crítica
Su doctrina es, hasta el día de hoy, sino el último, sí uno de los últimos sistemas de filosofía que tiene la pretensión no desmedida y consciente de abrazar no definitivamente y en forma problemática la realidad. La pretensión de totalidad es lo que da pie a su proyecto de una ‘ontología’; el carácter no definitivo y problemático de la investigación de la totalidad constituye su carácter ‘crítico’. La pretensión de Hartmann es no sólo el bosquejo, sino la realización concreta, aunque no definitiva, de una ‘ontología crítica’. En este sentido se puede hablar literalmente de una ‘ontología nueva’.
El carácter ‘crítico’ de la ontología ha de consistir no sólo en el carácter consciente de los propios elementos que hacen posible la investigación, aunque esto -según Hartmann- pueda saberse sólo al final por medio de la reflexión, sino también por la conciencia de no traspasar límites indebidamente y de atenerse debidamente a lo comprobable y verosímilmente hipotético.
El aspecto crítico de una ontología es inevitable después de la crítica kantiana a la ontología tradicional y toda teoría del ser que quiera presentarse como ciencia ha de tener en cuenta dicha crítica. La ontología hartmanniana pretende ser, por esto, la continuación y realización concreta de aquella metafísica científica que tenía que tener en cuenta los problemas de la Crítica de la razón pura, tal como Kant indicó como proyecto en sus Prolegómenos a toda metafísica futura que quiera presentarse como ciencia.
Lo que ha obstaculizado, sostiene Hartmann, la realización efectiva de una ontología científica es el sistema de prejuicios de la metafísica occidental. Una nueva ontología u ontología crítica sólo es posible, por tanto, no sólo si se tiene en cuenta la crítica kantiana a la metafísica tradicional, sino también si se percatan también los prejuicios de la metafísica tradicional que perduran incluso en la filosofía kantiana y postkantiana y los nuevos prejuicios que han traído consigo dichas filosofías. El reconocimiento de los prejuicios implica en algunos casos eliminarlos y en otros casos simplemente ser conscientes de ellos para que no se introduzcan subrepticiamente. El análisis hartmanniano de los prejuicios, sobre todo los eliminables, análisis paradójicamente olvidado, constituye uno de los ejercicios más concretos de la deconstrucción del pensar occidental.
Deconstrucción hartmanniana de la metafísica occidental: los prejuicios del pensar occidental
Prejuicios metafísicos (postulados del sistematismo filosófico)
Prejuicios ontológicos (relación formal y material del principio y lo concretum)
Prejuicios ontológicos (tipos estructurales formales de la realidad)
Prejuicios ontológicos (tipos estructurales materiales de la realidad)
Prejuicios de lo inorgánico
Prejuicios de lo orgánico
Prejuicios de lo psíquico
Prejuicios generales de lo espiritual
Prejuicios particulares de lo espiritual
Prejuicios ontológicos-gnoseológicos
Prejuicios ontológicos-gnoseológicos-lógicos
Prejuicios gnoseológicos-ilógicos
Prejuicios ontológicos-éticos
Prejuicios subjetivistas
Prejuicios culturales y sociológicos
Independientemente de los prejuicios ontológicos, los prejuicios gnoseológicos, éticos y subjetivistas son también, indica Hartmann, prejuicios del ser espiritual. El hombre es el único ente que contiene, según lo comprobable hoy y no según un privilegio, la legalidad del ser espiritual (apercepción, moral, conocimiento como visión de las esencias, elección, comprensión, donador y cumplidor de sentido, etc.) como parte de su estructura.
La distinción analítica de los prejuicios permite ver, señala Hartmann, cómo se articulan entre sí los prejuicios, cómo ‘unos se montan sobre otros’, p. ej., el principio de la cultura con el prejuicio de la libertad y ambos con el prejuicio de la teleología y los tres con el prejuicio de la gradualidad. Así, p. ej., en la filosofía de Hegel. El espíritu es el principio de los principios, su esencia es la libertad, la libertad se da en un ente único, el hombre; por otro lado, la esencia del hombre es lo espiritual y la esencia de lo espiritual es la libertad. El hombre, no obstante, es un ser natural. ¿Cómo cumple entonces el hombre su esencia, su sentido? Liberándose de lo natural. ¿Mediante qué? Mediante la cultura, inmediatamente práctica y mediatamente teórica. En suma, la cultura es el fin último o teleología o grado final de todos los grados intermedios por los que tiene que pasar el espíritu para cumplir de esencia.
IV Temas de la realización efectiva de una ontología crítica
La eliminación de algunos prejuicios, p. ej., los del sistematismo filosófico, y la no eliminabilidad y, por tanto, precaución de otros, p. ej., los de la correlación y las formas estructurales de la realidad, permiten analizar la realidad de una forma no ingenua y crítica. La ingenuidad no sólo la comenten el pensar cotidiano y científico, sino también, y quizás más, el pensar filosófico. Hartmann analiza la realidad en todos sus aspectos, intentando no caer en ninguno de los prejuicios por él mismo destacados. La mirada crítica de la ontología hartmanniana destaca, de esta manera, los siguientes temas:
Metafísica, ontología y teoría del conocimiento
Ontología
Ontología y teoría de la realidad
Ontología y teoría del conocimiento
Ontología, ética y estética
Ontología, ética, estética y teoría de la experiencia subjetiva e intersubjetiva
Ontología, historia y lo suprahistórico
V Aspectos novedosos de la ontología crítica
El aspecto ‘deconstructivo’ de la ontología crítica de Hartmann no es sólo uno de los puntos por los cuales la filosofía de este pensador merece ser revivida, sino también, como se puede observar, por los temas mismo de su ontología, que en muchos casos son novedosos por su contenidos y por el modo novedoso de tratar también temas antiguos, medievales, modernos y contemporáneos. Entre estos temas se encuentran:
Estructura del problema
Ontología
Ontología y gnoseología
Ética, estética y religión
Teoría de la experiencia
Ciencia, Política e Historia
Breve biografía de
Nicolai Hartmann
Nicolai Hartmann nació el 20 de febrero de 1882 en Riga. Estudió filología clásica, medicina y astronomía en San Petersburgo. En 1905 llegó a Marburgo y tomó contacto con Paul Natorp y Hermann Cohen. Sus primeros trabajos son sobre filosofía antigua y ciencia: El comienzo filosófico de la matemática de Proclo el sucesor (1909), La lógica del ser de Platón (1909) y Cuestiones fundamentales filosóficas de la biología, (1912). Fue soldado alemán en el frente ruso durante 1914-1918.
En 1921 edita Líneas fundamentales para una metafísica del conocimiento, donde rompe con el movimiento neokantiano marburguense y asume líneas contemporáneas como son las fenomenologías de Husserl, Pfänder, Geiger y Scheler, si bien las critica, y la teoría de los objetos de Meinong. La obra aborda el problema del conocimiento por todos los flancos: psicológicos, lógicos y éticos. Luego trata el problema del conocimiento desde el conocimiento mismo (el principio de la inmanencia) y se muestra por una serie de aporías de la misma inmanencia cómo la inmanencia misma lleva ella misma a la trascendencia. Aquí comienzo el problema ‘metafísico’ del conocimiento, el cual Hartmann lo desarrolla ampliamente en la obra en su aspecto racional, el lado ‘ontológico’.
De 1921 a 1926 es profesor ordinario en Marburgo, quien lo sucede es Heidegger. En 1926 edita la Ética y continua, indica Hartmann, aunque con profundas críticas y refundición, la ‘Ética material de los valores’ de Max Scheler. Aquí Hartmann critica la teoría scheleriana de la preferencia, mostrando que moralmente es tan lícito elegir por el valor superior (altura) como por el inferior (fuerza). Fuerza y altura son, por esta razón, la estructura antinómica básica de la vida moral del hombre. Ambas están fundadas, a su vez, en ciertas estructuras antinómicas de la realidad misma. Esto da lugar a una teoría pura de las estructuras antinómicas o conflictivas de los valores morales entre sí. También se critica, por otro lado, la teoría scheleriana de los valores religiosos y se muestra como existen antinomias insolubles entre los valores religiosos y morales. Por otro lado, la Ética hartmanniana pretende dar cuenta y resolver el conflicto platónico-kantiano y nietzscheano: diferencia y relaciones entre la absolutez y la relatividad de los valores en la historia. La cuestión de la libertad, por último, no puede mostrarse con certeza, pero hay indicios claros de la ‘posibilidad ontológica de la libertad humana’: la responsabilidad y los fenómenos dependientes de ella: remordimiento, arrepentimiento, perdón, etc.
En 1926 se traslada a Colonia y permanece ahí hasta 1931. También en 1926, pero ya en Colonia, edita Leyes categoriales y Cómo es posible una ontología crítica, ambos trabajos serán parte luego, aunque en un contexto mayor y con refundiciones importantes, del tercer volumen de la ‘ontología crítica’, La estructura del mundo real. En Cómo es posible una ontología crítica presenta Hartmann por primera vez la teoría de los prejuicios del pensar filosófico occidental desde los griegos hasta el presente.
En 1931, tras la negación de Heidegger, Hartmann es llamado a Berlín. Permanece ahí hasta 1945 junto con Eduard Spranger como profesores de filosofía. En 1933 sale a la luz El problema del ser espiritual, donde Hartmann asume y realiza críticas profundas tanto a la teoría del espíritu de Hegel como a la teoría del ‘uno’ de Heidegger.
En 1935 se edita Para una fundamentación de la ontología, donde aparece por primera vez claramente esbozado el plan y realización efectiva de la ‘ontología crítica’ desde sus fundamentos y flanqueando todos los aspectos de la misma: la cuestión del ser y el ente, el problema del ente en general, la diferencia capital entre manera de darse y manera de ser, los momentos del ser, la cuestión fundamental inmanente, metafísica y ontológica del conocimiento y las maneras de darse real e ideal de la realidad.
En 1938 edita Posibilidad y realidad, el fundamento especulativo de la ontología crítica. En dicha obra se realiza, entre otras cosas, un crítica exhaustiva al concepto aristotélico de posibilidad, el cual –según Hartmann- ha determinado el destino de la metafísica occidental hasta el presente. Frente a Aristóteles se debe reivindicar el concepto de posibilidad de la escuela megárica, contemporánea de Platón y Aristóteles y contra los cuales discute en los libros VII-IX de la Metafísica. De dicho concepto no se ha establecido un estudio sistemático y atacado todas sus consecuencias. Posibilidad y realidad es la realización de dicha tarea. Esto da por consecuencia, entre otras, una nueva interpretación y críticas de las tesis sobre el ser, el devenir, la posibilidad e imposibilidad, necesidad y contingencia y realidad e irrealidad de Parménides, Heráclito, Platón, Aristóteles, Plotino, Duns Scoto, Spinoza, Leibniz y Hegel. Pero en la realización de esta tarea aparecen nuevas estructuras de la realidad, p. ej., la difícil y novedosa temática del ‘circuito modal del conocimiento’, donde se realiza una interesantísima interpretación de qué significa ontológicamente la visión de las esencias de la fenomenología husserliana.
En 1940 se edita Nuevos caminos de ontología, título inspirado en el libro Nuevos caminos de física (1938) de Sir Arthur Eddington, fundador de la astrofísica. Hartmann expone sumariamente aquí el declive de la metafísica tradicional y los temas de la nueva ontología. Aparece allí por primera vez la difícil cuestión de la interpretación dinámica de los estratos del mundo real.
En 1942 sale a la luz La estructura del mundo real, obra que expone exhaustivamente la conocida teoría hartmanniana de los estratos de la realidad y la complejísima estructura de las leyes categoriales que rigen el mundo real. Después de exponer los prejuicios de la metafísica occidental, la obra en su segunda parte trata cada uno de los 12 pares de opuestos que constituyen, hasta hoy, la estructura del mundo real como tal y las leyes categoriales de los mismos para todos los estratos. Esta obra pretende, por esta razón, dar cuenta y ser la primera asunción de la teoría de las categorías hegelianas de la Ciencia de la lógica.
En 1945 Hartmann huye de Berlín tras la invasión rusa y se va a Göttingen, donde pasará los últimos años de su vida. En dicha huida Hartmann pierde su obra ‘Lógica’ de catorce capítulos trabajada desde el año 1931 hasta esa fecha. Lamentablemente nunca pudo ser escrita de nuevo por el autor.
En 1950 sale Filosofía de la Naturaleza, la última gran obra filosófica publicada en vida de Hartmann. En dicha obra se realiza una interesantísima crítica a la teoría de la relatividad, se exponen en forma sistemática los pensamientos hartmannianos sobre la materia, el espacio y el tiempo, la astrofísica, microfísica y la biología y se interpretan críticamente nuevamente las aporías de Zenón, las antinomias cosmológicas kantianas y las críticas hegeliana a ambas clases de antinomias. En esta obra, además, se exponen los distintos nexos, adelantados someramente en la Estructura del mundo real, de cada uno de los estratos. Una de las consecuencias de la exposición hartmanniana es mostrar la pluralidad de nexos distintos a los de la mera causalidad y finalidad. A fines de 1950 Hartmann muere de un infarto en Göttingen.
En 1951 se publican póstumamente El pensar teleológico y Estética. La primera obra estaba terminada ya en 1944 y pensada como continuación de la Filosofía de la naturaleza. Como su título indica, está dedicada al pensar teleológico, principalmente al origen de dicho pensar, las investigaciones aristotélicas sobre la vida orgánica. Por otro lado, dichas investigaciones se entrecruzaron con las características de la actividad teleológica humana. En ambos casos se trata, pues, de seres vivos con movimientos. Dicha obra muestra como este pensar luego ocupó y desplazó o se mantuvo en el fondo, incluso hoy, de las otras formas de pensar de la filosofía occidental. El pensar teleológico, indica Hartmann, no se puede erradicar, pero es evitable si se hace consciente de su en los ámbitos que categorialmente no corresponden a él.
La segunda obra fue escrita durante 1944-1945 y está inconclusa. La obra contiene una asumción y crítica de las teorías estéticas platónica, aristotélica, kantiana y postkantianas (Schlegel, Schelling, Hegel, Vischer, Schopenhauer y Nietzsche). La originalidad de la misma reside en el tratamiento del arte desde la teoría de los estratos. Esta teoría muestra que el acto artístico –insiste Hartmann-, halla su origen en un valor extra-estético, a saber, en un valor ético determinado, el valor del compartir que el hombre tiene o lo que Nietzsche había llamado en ‘la virtud que regala’.
La estructura del arte es una estructura de correlación: sin el espectador no hay arte, pero el espectador por sí mismo no encuentra siempre arte, pues es una correlación muy particular. El análisis de la Estética consiste en captar en qué consiste esa correlación especial y por otro lado captar la legalidad propia de los actos como de los contenidos artísticos. Por el lado del contenido, el arte artístico, pero también el natural, se halla en un mundo con una estructura estratificada y como está asentado sobre los materiales de ese mundo, p. ej., lienzo, cuerda, piedra, mármol, papel, tinta, etc., contiene ya como realidad inorgánica una estructura estratificada. Esto constituye el ‘estrato externo’ del arte. Pero lo que se llama arte no es aquella realidad sensible que sirve como materia o soporte del arte, sino aquello que aparece en aquel soporte y que no es él mismo material: la estatua está materialmente quieta, pero en ella ‘aparece’ el movimiento, la vida. Este ‘aparecer’ para un espectador es lo propiamente artístico y ello constituye el ‘estrato interno’ del arte. Tanto el ‘estrato externo’ como el ‘estrato interno’ del arte están, a su vez, estratificados. Por el lado del acto, éste tiene su origen en el valor moral del compartir o lo que Nietzsche había descrito como la ‘virtud que regala’. El acto estético está fundado sobre el cumplimiento de un valor moral y él mismo no es un acto de conocimiento, pues no está en juego la verdad o la falsedad del arte, sino simplemente lo que está en juego es el puro aparecer. Mediatamente el acto estético sí es un acto de conocimiento, pues incluye el saber cómo operar con los elementos artísticos para lograr una obra de arte (verdad esencial del arte) y la pretensión de realidad de todo arte (verdad vital).
¡Viaje por la dimensión Biótica,Vivencial, Conciencial y Existencial
del Hombre, hacia la comprensión del Mundo, la Vida y Nosotros mismos.!
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