BIOGRAFÍAS
Los griegos de la América prehispánica. Así se los llama con cierta razón, pues los pueblos mayas fueron capaces de trascender las necesidades inmediatas desarrollando habilidades y conocimientos cuyo nivel sorprende aún.
Los más valiosos campos de este saber se hallan en las matemáticas y la astronomía. Gracias al perfeccionamiento de un sistema calendárico exacto, tanto en la medición del ciclo solar como del lunar, los mayas alcanzaron lo que se puede considerar el mayor grado de desarrollo astronómico y científico de toda la América precolombina.
Para entender la trayectoria de los astros, los sacerdotes se sentaban cada día en lo más alto del templo y fijaban la vista durante largo rato en el horizonte. Con este método, y utilizando un simple palo perpendicular al suelo, lograron definir el paso del Sol por el cenit, pues al encontrarse el astro en su punto más alto, el palo no proyectaba sombra.
Que el Sol se sitúe exactamente sobre nuestras cabezas es un caso excepcional que sólo ocurre en determinados lapsos del año, y dependiendo de la zona. Para la península de Yucatán el suceso transcurre dos veces: entre el 15/16 de mayo y entre el 25/26 de julio.
Por su fuerte presencia, el paso cenital era de gran interés para los antiguos mayas de la península, y marcaba fechas determinantes. Esto no es un dato menor: el calendario en las civilizaciones antiguas fijaba las actividades de la sociedad, basadas en la agricultura y las estaciones del año. De él dependía la vida cotidiana de toda la población.
Específicamente, los mayas establecieron un ciclo solar de 365 días, y otro lunar, de 295 días, lo que no constituye una gran diferencia con el calendario gregoriano. Su precisión se basa en una serie de días continuos que parten de una fecha inicial precisa (día cero): el 12 de agosto de 3113 a.C.
La matemática fue una importante herramienta para el sistema celandárico. En sus calendarios, las anotaciones numéricas se escribían mezclando números con glifos. Los números iban del 0 al 19 y se representaban utilizando una concha (para el 0); puntos o círculos para los números del 1 al 4; y barras, que representaban períodos de 5 días. De esta forma, los mayas escribían números.
Pero la genialidad de la matemática maya, además de la sencillez de su sistema numérico vigésimal, residió en la creación del cero, concepto que por varios siglos desconocido por otras culturas y que, en el área de las ciencias exactas, colocó a los científicos mayas en la vanguardia intelectual del mundo prehispánico.
Por otro lado, el invento del calendario maya no hubiera sido posible sin el estudio de los cielos. A ello se abocaron el grupo de élite sacerdotal, formada por verdaderos astrónomos que observaban el cielo con nada más que sus ojos. Venus fue uno de los astros más importantes para los mayas, y de la posición de este planeta dependieron muchas de las guerras y sacrificios del período Posclásico. Los mayas también veneraron lo que nosotros llamamos Vía Láctea, conocida por ellos como el Arbol del Mundo, y representada por un gran árbol floreciente, la ceiba, de la cual provenía toda la manifestación de vida (en una metáfora no muy diferente al “camino de leche” de los griegos).
Pero la atención de los astrónomos mayas volvía una y otra vez hacia el Sol, lo que los llevó a rastrear el camino de la estrella a lo largo del cielo. En el arte maya, el recorrido del Sol por la elíptica aparece marcado en las constelaciones de estrellas fijas como una Serpiente de Dos Cabezas. Y es el día de hoy que, en las ruinas de Chichén Itzá, aún puede verse perfectamente, durante el ocaso del equinoccio, cómo una enorme y asombrosa serpiente de luz desciende del templo para bendecir la tierra fértil y anunciar un nuevo ciclo.
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Hace cinco siglos los Mayas, una de las civilizaciones más adelantadas de su época, producían entre 50 y 100 kilos de maíz por hectárea. Hoy, un productor promedio argentino obtiene entre 10.000 y 15.000 kilos en la misma superficie.
No es poco lo que hemos avanzado, teniendo en cuenta el elevado grado de desarrollo científico y tecnológico que había alcanzado este pueblo. Los Mayas usaban ya en el llamado Período Clásico (años 200 a 900) un sofisticado sistema numérico vigesimal. Se han hallado registros que detallan cálculos de centenares de millones y registros de fechas tan largas que se necesitaban varias líneas para escribirlas.
No es soprendente, ya que aparentemente fueron ellos los primeros inventores del número cero, cuyo uso fue documentado en el año 36 AC. Agudos observadores del cielo, su dominio de las matemáticas y la astronomía les permitió describir el movimiento de la luna y los planetas con igual o superior precisión que cualquier otra civilización antes del descubrimiento del telescopio.
Pero además de astronomía, matemáticas y arquitectura, los Mayas contaban también con avanzados conocimientos para la producción de alimentos. Existen evidencias de la existencia de campos de siembra permanentes, conectados a través de redes de canales para riego, y de la producción en terrazas. Algunas evidencias arqueológicas sugieren que el maíz, la mandioca, el algodón y el girasol eran regularmente cultivados.
Sin embargo, a pesar de todos sus avances y del esplendor de su ciencia, quinientos años no pasan en vano. Nuestra tecnología para la producción de alimentos ha seguido el mismo camino que las ciencias y la cultura: un avance como no habíamos conocido antes en la historia humana.
Volviendo al caso del maíz, los niveles de producción actuales equivaldrían, con las viejas técnicas de producción, al cultivo de una superficie entre 150 y 200 veces mayor. El progreso tecnológico ha generado el mismo efecto que si se hubiera multiplicado por 200 el número de hectáreas cultivables. En términos productivos, tenemos una tierra 200 veces más grande.
Al ritmo que avanza la biotecnología y la tecnología agropecuaria no es descabellado pensar que en algún futuro próximo alcancemos rendimientos 200 veces mayores a los actuales. De hecho, esa podría ser nuestra meta.
Con una población creciente y tierras cultivables que no aumentan al mismo ritmo, ¿qué otra perspectiva sería más lógica? ¿De qué otro modo alimentaremos a una población que crece exponencialmente, sin tener que sacrificar para ello el bosque tropical?
Este es, posiblemente, uno de los mayores desafíos del mundo contemporáneo y nos toca muy de cerca: somos uno de los principales productores de proteínas vegetales del mundo. Nuestro lugar en la economía global depende en buena medida de cuánto multipliquemos nuestra eficiencia. ¿Qué empresas desarrollarán y proveerán esa tecnología a los productores locales? Todo hace pensar que ciencia y alimentos generarán negocios cada vez más importantes. Esta vez no nos puede tomar 500 años.
Glifos mayas en el Museo de sitio en Palenque, México.
La escritura maya, común y equívocamente llamada jeroglíficos mayas, fue el sistema de escriturausado por la civilización maya precolombina en Mesoamérica, siendo el único sistema de escritura descifrado de los sistemas de escritura mesoamericanos. Las primeras inscripciones que son identificables como mayas datan del siglo III a. C., y la escritura fue usada hasta un poco después de la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI (e incluso luego en lugares como Tayasal). La escritura maya usaba logogramas complementados por un juego de glifos silábicos, con funciones similares a los de la escritura japonesa. La escritura maya fue llamada "jeroglífica" por los antiguos exploradores europeos de los siglos XVIII y XIX, quienes no la entendían, pero encontraron que tenía reminiscentes similitudes en su apariencia con los jeroglíficos egipcios, con los que la escritura maya no está relacionada.
Estructura
Inscripción en glifos mayas de la localidad de Naranjo, refiriéndose al reinado de Itzamnaaj K'awil, 784-810.
La escritura maya se compone de un complejo conjunto de glifos que laboriosamente se pintaban en cerámica, muros ocódices, se tallaban en madera o piedra, o se moldeaban en estuco. Los glifos tallados y moldeados también se pintaban, aunque con frecuencia la pintura se deterioraba hasta perderse.
Actualmente unos tres cuartos o un poco más de las inscripciones mayas se han podido descifrar con variados grados de certidumbre, lo suficiente como para dar una idea panorámica de su estructura.
La escritura maya era un sistema logosilábico. Los símbolos individuales ("glifos") podían representar bien una palabra (normalmente un morfema) o una sílaba; a decir verdad, el mismo glifo confrecuencia podía usarse de las dos formas. Por ejemplo, el glifo calendárico MANIK’ se usaba asimismo para representar la sílaba chi. (Por convención se escriben las lecturas logográficas en mayúsculas y las lecturas fonéticas en cursiva (itálica). Es posible, pero no está comprobado, que estas lecturas conflictivas se originaran al ser adaptada esta escritura a nuevos idiomas, como sucedió con los caracteres Han para el japonés (kanji). Igualmente hubo ambigüedad en sentido contrario: glifos diferentes se podían leer de la misma manera. Por ejemplo, media docena de glifos sin relación aparente se empleaban para escribir el pronombre de tercera persona u-, de uso muy común. La put maya se escribía usualmente en bloques organizados en columnas de dos bloques de ancho, y se leían de la siguiente forma:
Orden de lectura de los glifos mayas. Posee reconocible analogía con el orden de escritura de la actualidad, como por ejemplo, en las columnas de un periódico.
Dentro de cada bloque, los glifos eran dispuestos de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha, aparentemente casi como los bloques silábicos de la escritura coreanaHangul. No obstante, en el caso del maya, cada bloque tendía a corresponderse con una frase nominal o verbal tal como 'su tocado verde'. Además, los glifos a veces eran abreviados o condensados, en donde un elemento de un glifo sustituiría parte de otro. El condensamiento aparece en otras escrituras: Por ejemplo, en los manuscritos españoles medievales la palabra de a veces se escribía Ð (una D con el trazo central de una E). Un ejemplo en inglés es la "y comercial" (en inglés ampersand) o et (&) que es una ligadura de la palabra "et" en francés normando. A veces, en lugar de la configuración usual de los bloques, se escribían los glifos mayas en renglones o columnas sencillas, o en forma de 'L' o 'T'. Estas variaciones aparecían más frecuentemente cuando se adaptaban mejor al área disponible para escribir.
Los glifos mayas eran básicamente logográficos, es decir, cada símbolo representaba un ente o concepto, como "pescado" o "jaguar". En general, los glifos utilizados como elementos fonéticos fueron en su origen logogramas correspondientes a objetos cuyas voces asociadas en lenguaje hablado eran monosílabos terminados en una vocal, en una consonante débil (como y, w, h) o en una oclusiva glotal (sonido parecido al de la h en las interjecciones ¡uh!, ¡ah!, ¡eh! del castellano).
Un ejemplo es la evolución a glifo fonético del logograma 'aleta de pescado'. Tenía dos representaciones: podía ser el dibujo de una aleta de pescado, o también el de un pescado con la aleta prominente. En el lenguaje hablado, aleta de pescado erakah. Por eso los glifos 'aleta de pescado' terminaron funcionando también como glifo fonético de la sílaba ka.
Los glifos fonéticos silábicos que surgieron de esta forma tenían dos funciones básicas: por un lado, servían como complementos fonéticos para desambiguar logogramas con más de un significado (esto ocurrió también en la escritura egipcia), y por otro se usaban para escribir elementos gramaticales que carecían de logograma, tales como inflexiones de los verbos (hay analogía con el japonés moderno). Por ejemplo, la voz bálam, jaguar, podía escribirse como un sólo logograma (lo representaremos como BALAM en lo que sigue, por comodidad), o podía matizarse añadiéndole logogramas fonéticos, según contexto (ba—BALAM, o también BALAM-—ma, o ba—BALAM—ma, donde ba y ma son glifos fonéticos), o incluso podía escribirse de forma totalmente fonética, con tres glifos (ba—la—ma)
Los glifos fonéticos representaban sílabas simples abiertas (formadas por consonante+vocal o únicamente vocal). Sin embargo la fonotáctica maya es un poco más complicada. La mayoría de palabras mayas finalizan en consonante, no en vocal, y también pueden encontrarse secuencias de dos consonantes en medio de la palabra, como en xolte’ [ʃolteʔ] 'cetro', que es CVCCVC. Cuando estas consonantes finales eran sonantes (l, m, n) o glotales (h, ’) a veces se omitían en la escritura, pero más frecuentemente las consonantes finales se escribían, lo que significa que también aparecía una vocal extra. Ésta era típicamente una vocal "imitativa" que repetía la de la sílaba anterior. Así, la palabra [kah] 'aleta de pescado' se escribiría ka-ha. Sin embargo hay muchos otros casos donde se usaba otra vocal final, y sus reglas ortográficas sólo se han comprendido parcialmente. He aquí lo que se comprende actualmente:
Una forma escrita más compleja es ha-o-bo ko-ko-no-ma para [ha’o’b kokno’m] 'ellos son los guardianes'. (La duración y la glotalización de las vocales no siempre estaban indicadas en palabras comunes como 'ellos son'). Un conjunto mínimo, sin traducción completa, es el siguiente:
ba-ku [bak]
ba-ki [baak]
ba-ku [ba’k] o [ba’ak]
ba-ke [baakel] (omitiendo la l)
Glifos emblema
Un "glifo emblema" es un tipo de título real. Está conformado por la palabra ajaw (un término del maya clásico para "señor", sin etimología clara aún, pero con fuentes coloniales bien atestiguadas)1 y un topónimo que precede a la palabra ajaw y funciona como adjetivo. A veces el título está precedido por el adjetivo k’uhul"santo" o "sagrado".
Por supuesto un glifo de emblema no es del todo "un glifo", pues se puede escribir con cualquier cantidad de signos silábicos y logográficos y están atestiguadas varias ortografías alternativas para las palabras k’uhul y ajaw, que forman la parte invariante del título. El término "glifo emblema" es simplemente una reminiscencia de la época en que los mayistas no podían interpretar satisfactoriamente las inscripciones mayas clásicas y tenían que conformarse con algunos apelativos aislando ciertos componentes estructurales recurrentes en la narrativa escrita.
Glifo de emblema de Tikal o "Mutal", Estela del Museo de Tikal.
Este título fue identificado en 1958 por Heinrich Berlin,2 quien acuñó el término "glifo emblema". Berlin notó que los "glifos emblema" constaban de un signo principal de mayor tamaño que los otros dos signos cuya lectura actual esk’uhul ajaw. Berlin también notó que mientras los elementos pequeños permanecían relativamente constantes, el signo principal cambiaba entre un sitio y otro. Berlin propuso que los signos principales identificaban a ciudades individuales, a sus dinastías reinantes o a los territorios controlados por ellas. Seguidamente, Marcus3 argumentó que los glifos de emblema se referían a sitios arqueológicos, dispuestos en una jerarquía de cinco niveles de distribución asimétrica. La investigación de Marcus asumía que los glifos de emblema estaban distribuidos en un patrón de importacia relativa del sitio dependiendo de la amplitud de su distribución, vagamente desglosada como sigue: Centros regionales primarios (capitales) (Tikal, Calakmul, y otras ciudades supremas) eran generalmente las primeras de su región en adoptar un glifo emblema. Los textos que se refieren a otros centros regionales primarios aparecen en los textos de estas "capitales", y existen dependencias que utilizan el glifo del centro primario. Los centros secundarios (Altun Ha, Luubantuun, Xunantunich, y otras ciudades intermedias) tenían sus propios glifos pero sólo eran mencionadas raramente en los textos encontrados en el centro regional primario, mientras que repetidamente mencionan el centro regional en sus propios textos. Los centros terciarios (pueblos) no tenían glifos propios, pero sí textos que mencionan los centros primarios y quizás ocasionalmente los centros secundarios. A éstos seguían las aldeas sin glifos emblema ni textos que mencionen los centros mayores, y los caseríos con mínima evidencia de textos.4 Este modelo estuvo irrefutado por más de una década hasta que Mathew y Juteson,5 argumentaron una vez más que los glifos emblema eran los títulos de gobernantes mayas con cierta asociación geográfica.
El debate sobre la naturaleza de los glifos emblema sufrió un nuevo giro con la monografía de Stuart and Houston.6 Los autores demostraron convincentemente que había cantidades de topónimos propiamente dichos, algunos reales, otros mitológicos, mencionados en las inscripciones. Unos de estos topónimos aparecían también en los "glifos emblema", algunos fueron atestiguados en los "títulos de origen" (similares a los gentilicios), pero otros no estaban totalmente incluidos en títulos personales. Además, los autores resaltaron los casos en los que los "títulos de origen" y los "glifos emblema" no se superponían, apoyándose en una investigación anterior de Houston.7 Houston notó que el establecimiento y difusión de la dinastía originada en Tikal en la región de Petexbatun fue acompañada por la proliferación de gobernantes que usaban el "glifo emblema" de Tikal poniendo ascendencia política y dinástica sobre los centros de gobierno de la época.8
Historia
Hasta hace poco se creía que los mayas habían adoptado su escritura de la olmeca o de la epi-olmeca. Sin embargo, recientes descubrimientos han llevado el origen de la escritura maya varios siglos atrás, y parece posible que los mayas hayan sido los que inventaron la escritura en Mesoamérica.9
El conocimiento del sistema de escritura maya continuó en los inicios de la época colonial y según referencias, algunos de los primeros sacerdotes españoles que fueron a Yucatán aprendieron su escritura. Luego, al investigar la lengua nativa para convertir a los mayas a la cristiandad, Landa dedujo lo que creyó era el "alfabeto" maya (conocido como el alfabeto de Landa). Aunque los mayas no escribían su lengua con signos alfabéticos, Landa registró un glosario de sonidos mayas y símbolos relacionados, después desvirtuado como ilógico, pero que posteriormente se convirtió en un recurso clave en el desciframiento de la escritura maya. La dificultad en el desciframiento radicaba en que no había correspondencia unívoca entre el alfabeto español y los caracteres mayas, y los nombres de las letras del alfabeto no tenían significado para el escriba maya que asistió a Landa en su investigación, de modo que pidiendo Landa que escribiera, por ejemplo, "L" (ele): e-le (el escriba debió de entender en palabras de su propio idioma), y codificó el resultado como la "letra L".
Landa también se ocupó de crear una ortografía en alfabeto latino para la lengua maya yucateca. Ésta fue la primera ortografía para las lenguas mayas, que son unas treinta.
Sólo se sabe de cuatro códices mayas que han sobrevivido a los conquistadores. La mayoría de dichos textos se han encontrado en cerámica hallada en tumbas mayas, o de monumentos y estelas erigidas en sitios luego abandonados o tallados antes de la llegada de los españoles.
El conocimiento del sistema de escritura se perdió probablemente a finales del siglo XVI. Pero en el siglo XIX surgió un interés renovado por los yacimientos arqueológicos mayas.
Desciframiento
El desciframiento de la escritura fue un proceso largo y laborioso. Los investigadores del siglo XIX y comienzo del XX se encargaron de descifrar los numerales mayas y pasajes de textos relacionados con la astronomía y el calendario maya, pero la comprensión de lo demás estuvo más allá del alcance de los académicos. Yuri Knorozov desempeñó un papel principal en el desciframiento de la escritura maya.10 En 1952 él publicó un documento titulado "Drevniaia Pis’mennost’ Tsentral’noi Amerika" ("Antigua escritura de Centroamérica") donde argumentaba que el llamado "alfabeto de Landa" contenido en el manuscrito del obispo Diego de Landa "Relación de las cosas de Yucatán" se componía de sílabas más que de símbolos alfabéticos. Más tarde mejoró su técnica de desciframiento en su monografía de 1963 "The Writing of the Maya Indians" ("La escritura de los indígenas mayas")11 y publicó traducciones de manuscritos mayas en su obra de 1975 "Maya Hieroglyphic manuscripts" ("Manuscritos jeroglíficos mayas"). En la década de 1960 los progresos revelaron los registros dinásticos de los gobernantes mayas. Desde inicios de la década de 1980 se ha demostrado que la mayor parte de los símbolos anteriormente desconocidos forman un silabario y desde entonces el avance en la interpretación de la escritura maya se aceleró.
Al parecer los mayas habrían heredado algunos elementos, y quizás la base completa, de su antiguo sistema de escritura a partir de los olmecas,12 el cual habría sido modificado significativamente y luego expandido por los mayas en el período preclásico. Los textos de este período son menos numerosos y menos comprensibles para los arqueólogos que los textos posteriores. (Sin embargo, la escritura ístmica o epi-olmeca fue considerada alguna vez como un posible ancestro directo de la escritura maya, ahora se la considera varios siglos más reciente, y en cambio podría ser descendiente). Otras culturas mesoamericanas relacionadas y cercanas del mismo período serían también herederas de la escritura olmeca, y habrían desarrollado sistemas paralelos que compartían atributos claves (como el sistema numérico vigesimal representado por puntos y barras). No obstante, se cree generalmente que los mayas desarrollaron el único sistema de escritura completo en Mesoamérica, siendo la única civilización de su región que contaba con un sistema de escritura completo, capaz de escribir cualquier existente en el lenguaje hablado; a diferencia de los sistemas empleados - por ejemplo - por la cultura Mexica, que empleaban un sistema basado en Rebus.
Otros hallazgos
Como los primeros ensayos de Knorozov contenían pocas lecturas nuevas,[cita requerida] y los editores soviéticos agregaron reclamos propagandísticos[cita requerida] hasta el punto de que Knorosov estaba usando una aproximación peculiarmente "Marxista-Leninista" al desciframiento,[cita requerida]muchos mayistas occidentales simplemente desconocieron el trabajo de Knorozov. Sin embargo, en la década de 1960 más llegaron a ver el enfoque silábico potencialmente fructífero, y se empezaron a desarrollar posibles lecturas fonéticas de los símbolos cuyo significado general fuera comprendido a partir del contexto. El epigrafista Eric S. Thompson fue uno de los mayores oponentes de Knorosov y de su enfoque silábico. A veces se dijo que los desacuerdos de Thompson retrasaron el desciframiento.13
En 1959, al examinar lo que la académica ruso-estadounidense Tatiana Proskouriakoff denominó "un patrón de fechas peculiar" en inscripciones monumentales de piedra en el sitio maya clásico de Piedras Negras, Proskouriakoff determinó que éstas representaban eventos en la vida de un individuo, más que estar relacionados con la religión, la astronomía, o las profecías, como lo sostenía la "vieja escuela" representada por Thompson. Esto probó ser cierto para muchas inscripciones mayas, y reveló que los registros epigráficos mayas estaban relatando historias reales de gobernantes, historias de dinastías similares en su naturaleza a las registradas en culturas humanas letradas por todo el mundo. De repente los mayas ingresaron en la historia escrita.14
Aunque ya era claro lo que había en muchas inscripciones mayas, aún no podían ser literalmente leídas. No obstante se logró un progreso mayor durante las décadas de 1960 y 1970, utilizando una multitud de aproximaciones que incluían análisis de patrones, el "alfabeto" de Landa, los hallazgos de Knorozov, y otros. En la historia del desciframiento de los mayas, no podía separarse el trabajo de arqueólogos, historiadores de arte, epigrafistas, lingüistas, y antropólogos. Todos contribuyeron a un proceso verdadera y esencialmente multidisciplinario. Entre las figuras claves estaban incluidos David Kelley, Ian Graham, Gilette Griffin, yMichael Coe.
Sucedieron hallazgos en la década de 1970 - particularmente, en la primera Mesa Redonda de Palenque, una conferencia académica organizada por Merle Greene Robertson en el sitio maya clásico de Palenque realizada en diciembre de 1973. Un grupo de trabajo fue conducido por Linda Schele, una historiadora de arte y epigrafista de la Universidad de Texas en Austin, que incluía a Floyd Lounsbury, un lingüista de la Universidad de Yale, y Peter Mathews, por entonces estudiante de David Kelley en la Universidad de Calgary (a quien Kelley envió por no haber podido asistir él). En una tarde ellos lograron descifrar la primera lista dinástica de reyes mayas - los antiguos reyes de la ciudad de Palenque. Mediante la identificación de un signo como un título real importante (que se lee recurrentementek'inich), el grupo pudo identificar y "leer" las historias de vida (desde el nacimiento, hasta el ascenso al trono, y la muerte) de seis reyes de Palenque.
Desde ese punto, el progreso continuó a paso exponencial, no solamente en el desciframiento de los glifos mayas, sino también hacia la construcción de una comprensión nueva de la civilización maya, basada en la Historia. n 1988, Wolfgang Gockel publicó una traducción de las inscripciones de Palenque basadas en una interpretación morfémica, en lugar de silábica, de los textos glíficos. La "vieja escuela" seguía rechazando los resultados de la nueva academia por algún tiempo más. Un acontecimiento decisivo que ayudó a cambiar el viento a favor del nuevo enfoque ocurrió en 1986, en una exhibición titulada "La Sangre de los Reyes: Una nueva interpretación del arte maya (The Blood of Kings: A New Interpretation of Maya Art)". Ésta fue organizada por InterCultura y el Museo de Arte Kimbell y curada por Schele y la historiadora de arte de Yale Mary Miller. Esta exhibición y el catálogo para los asistentes - con publicidad internacional - revelaron a una vasta audiencia el nuevo mundo que se había abierto recientemente gracias al avance en el desciframiento de las inscripciones mayas. Ahora no sólo se podía leer y entender una historia real de la América antigua, sino que la luz que cubría los restos materiales de los mayas los muestra como individuos reales y reconocibles. Quedaron revelados como personas con una historia como la de todas las demás sociedades humanas, llena de guerras, luchas dinásticas, alianzas políticas cambiantes, sistemas religiosos y artísticos complejos, expresiones de propiedad y soberanía personal, y así sucesivamente. Además, la nueva interpretación, como lo demostró la exhibición, daba sentido a muchas obras de arte cuyo significado había sido obscuro, y mostraba cómo la cultura material de los mayas representaba un sistema cultural y una cosmovisión completamente integrados. Atrás quedaba el antiguo punto de vista de Thompson de los mayas como astrónomos pacíficos sin conflictos u otros atributos característicos de la mayor parte de las sociedades humanas.
Sin embargo, tres años más tarde en 1989, un contraataque final fue lanzado por partidarios que todavía eran renuentes a la interpretación moderna del desciframiento. Esto ocurrió en una conferencia en Dumbarton Oaks. No atacaba directamente a la metodología ni a los resultados del desciframiento, sino en cambio sostenía que los textos mayas antiguos habían sido leídos pero eran "epifenomenales". Este argumento fue extendido desde una perspectiva populista para decir que los textos decifrados no cuentan solamente sobre los asuntos y creencias de la élite de la sociedad, y no acerca de mayas del común. Michael Coe en oposición a esta idea describió "epifenomenal" como:
una insignificante palabra con el objeto de decir que la escritura maya es sólo de aplicación marginal ya que es secundaria a aquellas instituciones más primarias - economía y sociedad - tan bien estudiadas por los sucios arqueólogos.
Linda Schele observó luego de la conferencia que esto es como decir que las inscripciones del antiguo Egipto - o los escritos de los filósofos o los historiadores griegos - no revelan nada importante sobre sus culturas. La mayoría de documentos escritos en la mayor parte de culturas nos cuentan acerca de la élite, debido a que en la mayor parte de las culturas del pasado, sólo había algunos que podían (conocían o tenían los medios para) escribir (o podían hacer registrar cosas mediante escribas o grabarlas en monumentos).
El progreso en el desciframiento continúa a paso rápido actualmente, y los académicos aceptan en general que ahora más del 90 por ciento de los textos mayas se pueden leer con precisión razonable. Hacia 2004, como mínimo se conocía un glifo fonético para cada una de las sílabas marcadas como se muestra en siguiente tabla:
Los principales estudiosos de la lengua maya incluyen a muchos arqueologos, epigrafos, lingüistas, e historiadores. Algunos nombres en esta lista son:
Véase también
Referencias
Citas
Bibliografía
¡Viaje por la dimensión Biótica,Vivencial, Conciencial y Existencial del Hombre,
hacia la comprensión del Mundo, la Vida y Nosotros mismos.!
abramoscomillas@yahoo.es - polifemo@abramoscomillas.org
Derechos Reservados 2009 - Power by: Solgraphics Diseño SAS
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Los griegos de la América prehispánica. Así se los llama con cierta razón, pues los pueblos mayas fueron capaces de trascender las necesidades inmediatas desarrollando habilidades y conocimientos cuyo nivel sorprende aún.
Los más valiosos campos de este saber se hallan en las matemáticas y la astronomía. Gracias al perfeccionamiento de un sistema calendárico exacto, tanto en la medición del ciclo solar como del lunar, los mayas alcanzaron lo que se puede considerar el mayor grado de desarrollo astronómico y científico de toda la América precolombina.
Para entender la trayectoria de los astros, los sacerdotes se sentaban cada día en lo más alto del templo y fijaban la vista durante largo rato en el horizonte. Con este método, y utilizando un simple palo perpendicular al suelo, lograron definir el paso del Sol por el cenit, pues al encontrarse el astro en su punto más alto, el palo no proyectaba sombra.
Que el Sol se sitúe exactamente sobre nuestras cabezas es un caso excepcional que sólo ocurre en determinados lapsos del año, y dependiendo de la zona. Para la península de Yucatán el suceso transcurre dos veces: entre el 15/16 de mayo y entre el 25/26 de julio.
Por su fuerte presencia, el paso cenital era de gran interés para los antiguos mayas de la península, y marcaba fechas determinantes. Esto no es un dato menor: el calendario en las civilizaciones antiguas fijaba las actividades de la sociedad, basadas en la agricultura y las estaciones del año. De él dependía la vida cotidiana de toda la población.
Específicamente, los mayas establecieron un ciclo solar de 365 días, y otro lunar, de 295 días, lo que no constituye una gran diferencia con el calendario gregoriano. Su precisión se basa en una serie de días continuos que parten de una fecha inicial precisa (día cero): el 12 de agosto de 3113 a.C.
La matemática fue una importante herramienta para el sistema celandárico. En sus calendarios, las anotaciones numéricas se escribían mezclando números con glifos. Los números iban del 0 al 19 y se representaban utilizando una concha (para el 0); puntos o círculos para los números del 1 al 4; y barras, que representaban períodos de 5 días. De esta forma, los mayas escribían números.
Pero la genialidad de la matemática maya, además de la sencillez de su sistema numérico vigésimal, residió en la creación del cero, concepto que por varios siglos desconocido por otras culturas y que, en el área de las ciencias exactas, colocó a los científicos mayas en la vanguardia intelectual del mundo prehispánico.
Por otro lado, el invento del calendario maya no hubiera sido posible sin el estudio de los cielos. A ello se abocaron el grupo de élite sacerdotal, formada por verdaderos astrónomos que observaban el cielo con nada más que sus ojos. Venus fue uno de los astros más importantes para los mayas, y de la posición de este planeta dependieron muchas de las guerras y sacrificios del período Posclásico. Los mayas también veneraron lo que nosotros llamamos Vía Láctea, conocida por ellos como el Arbol del Mundo, y representada por un gran árbol floreciente, la ceiba, de la cual provenía toda la manifestación de vida (en una metáfora no muy diferente al “camino de leche” de los griegos).
Pero la atención de los astrónomos mayas volvía una y otra vez hacia el Sol, lo que los llevó a rastrear el camino de la estrella a lo largo del cielo. En el arte maya, el recorrido del Sol por la elíptica aparece marcado en las constelaciones de estrellas fijas como una Serpiente de Dos Cabezas. Y es el día de hoy que, en las ruinas de Chichén Itzá, aún puede verse perfectamente, durante el ocaso del equinoccio, cómo una enorme y asombrosa serpiente de luz desciende del templo para bendecir la tierra fértil y anunciar un nuevo ciclo.
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Hace cinco siglos los Mayas, una de las civilizaciones más adelantadas de su época, producían entre 50 y 100 kilos de maíz por hectárea. Hoy, un productor promedio argentino obtiene entre 10.000 y 15.000 kilos en la misma superficie.
No es poco lo que hemos avanzado, teniendo en cuenta el elevado grado de desarrollo científico y tecnológico que había alcanzado este pueblo. Los Mayas usaban ya en el llamado Período Clásico (años 200 a 900) un sofisticado sistema numérico vigesimal. Se han hallado registros que detallan cálculos de centenares de millones y registros de fechas tan largas que se necesitaban varias líneas para escribirlas.
No es soprendente, ya que aparentemente fueron ellos los primeros inventores del número cero, cuyo uso fue documentado en el año 36 AC. Agudos observadores del cielo, su dominio de las matemáticas y la astronomía les permitió describir el movimiento de la luna y los planetas con igual o superior precisión que cualquier otra civilización antes del descubrimiento del telescopio.
Pero además de astronomía, matemáticas y arquitectura, los Mayas contaban también con avanzados conocimientos para la producción de alimentos. Existen evidencias de la existencia de campos de siembra permanentes, conectados a través de redes de canales para riego, y de la producción en terrazas. Algunas evidencias arqueológicas sugieren que el maíz, la mandioca, el algodón y el girasol eran regularmente cultivados.
Sin embargo, a pesar de todos sus avances y del esplendor de su ciencia, quinientos años no pasan en vano. Nuestra tecnología para la producción de alimentos ha seguido el mismo camino que las ciencias y la cultura: un avance como no habíamos conocido antes en la historia humana.
Volviendo al caso del maíz, los niveles de producción actuales equivaldrían, con las viejas técnicas de producción, al cultivo de una superficie entre 150 y 200 veces mayor. El progreso tecnológico ha generado el mismo efecto que si se hubiera multiplicado por 200 el número de hectáreas cultivables. En términos productivos, tenemos una tierra 200 veces más grande.
Al ritmo que avanza la biotecnología y la tecnología agropecuaria no es descabellado pensar que en algún futuro próximo alcancemos rendimientos 200 veces mayores a los actuales. De hecho, esa podría ser nuestra meta.
Con una población creciente y tierras cultivables que no aumentan al mismo ritmo, ¿qué otra perspectiva sería más lógica? ¿De qué otro modo alimentaremos a una población que crece exponencialmente, sin tener que sacrificar para ello el bosque tropical?
Este es, posiblemente, uno de los mayores desafíos del mundo contemporáneo y nos toca muy de cerca: somos uno de los principales productores de proteínas vegetales del mundo. Nuestro lugar en la economía global depende en buena medida de cuánto multipliquemos nuestra eficiencia. ¿Qué empresas desarrollarán y proveerán esa tecnología a los productores locales? Todo hace pensar que ciencia y alimentos generarán negocios cada vez más importantes. Esta vez no nos puede tomar 500 años.
Glifos mayas en el Museo de sitio en Palenque, México.
La escritura maya, común y equívocamente llamada jeroglíficos mayas, fue el sistema de escriturausado por la civilización maya precolombina en Mesoamérica, siendo el único sistema de escritura descifrado de los sistemas de escritura mesoamericanos. Las primeras inscripciones que son identificables como mayas datan del siglo III a. C., y la escritura fue usada hasta un poco después de la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI (e incluso luego en lugares como Tayasal). La escritura maya usaba logogramas complementados por un juego de glifos silábicos, con funciones similares a los de la escritura japonesa. La escritura maya fue llamada "jeroglífica" por los antiguos exploradores europeos de los siglos XVIII y XIX, quienes no la entendían, pero encontraron que tenía reminiscentes similitudes en su apariencia con los jeroglíficos egipcios, con los que la escritura maya no está relacionada.
Estructura
Inscripción en glifos mayas de la localidad de Naranjo, refiriéndose al reinado de Itzamnaaj K'awil, 784-810.
La escritura maya se compone de un complejo conjunto de glifos que laboriosamente se pintaban en cerámica, muros ocódices, se tallaban en madera o piedra, o se moldeaban en estuco. Los glifos tallados y moldeados también se pintaban, aunque con frecuencia la pintura se deterioraba hasta perderse.
Actualmente unos tres cuartos o un poco más de las inscripciones mayas se han podido descifrar con variados grados de certidumbre, lo suficiente como para dar una idea panorámica de su estructura.
La escritura maya era un sistema logosilábico. Los símbolos individuales ("glifos") podían representar bien una palabra (normalmente un morfema) o una sílaba; a decir verdad, el mismo glifo confrecuencia podía usarse de las dos formas. Por ejemplo, el glifo calendárico MANIK’ se usaba asimismo para representar la sílaba chi. (Por convención se escriben las lecturas logográficas en mayúsculas y las lecturas fonéticas en cursiva (itálica). Es posible, pero no está comprobado, que estas lecturas conflictivas se originaran al ser adaptada esta escritura a nuevos idiomas, como sucedió con los caracteres Han para el japonés (kanji). Igualmente hubo ambigüedad en sentido contrario: glifos diferentes se podían leer de la misma manera. Por ejemplo, media docena de glifos sin relación aparente se empleaban para escribir el pronombre de tercera persona u-, de uso muy común. La put maya se escribía usualmente en bloques organizados en columnas de dos bloques de ancho, y se leían de la siguiente forma:
Orden de lectura de los glifos mayas. Posee reconocible analogía con el orden de escritura de la actualidad, como por ejemplo, en las columnas de un periódico.
Dentro de cada bloque, los glifos eran dispuestos de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha, aparentemente casi como los bloques silábicos de la escritura coreanaHangul. No obstante, en el caso del maya, cada bloque tendía a corresponderse con una frase nominal o verbal tal como 'su tocado verde'. Además, los glifos a veces eran abreviados o condensados, en donde un elemento de un glifo sustituiría parte de otro. El condensamiento aparece en otras escrituras: Por ejemplo, en los manuscritos españoles medievales la palabra de a veces se escribía Ð (una D con el trazo central de una E). Un ejemplo en inglés es la "y comercial" (en inglés ampersand) o et (&) que es una ligadura de la palabra "et" en francés normando. A veces, en lugar de la configuración usual de los bloques, se escribían los glifos mayas en renglones o columnas sencillas, o en forma de 'L' o 'T'. Estas variaciones aparecían más frecuentemente cuando se adaptaban mejor al área disponible para escribir.
Los glifos mayas eran básicamente logográficos, es decir, cada símbolo representaba un ente o concepto, como "pescado" o "jaguar". En general, los glifos utilizados como elementos fonéticos fueron en su origen logogramas correspondientes a objetos cuyas voces asociadas en lenguaje hablado eran monosílabos terminados en una vocal, en una consonante débil (como y, w, h) o en una oclusiva glotal (sonido parecido al de la h en las interjecciones ¡uh!, ¡ah!, ¡eh! del castellano).
Un ejemplo es la evolución a glifo fonético del logograma 'aleta de pescado'. Tenía dos representaciones: podía ser el dibujo de una aleta de pescado, o también el de un pescado con la aleta prominente. En el lenguaje hablado, aleta de pescado erakah. Por eso los glifos 'aleta de pescado' terminaron funcionando también como glifo fonético de la sílaba ka.
Los glifos fonéticos silábicos que surgieron de esta forma tenían dos funciones básicas: por un lado, servían como complementos fonéticos para desambiguar logogramas con más de un significado (esto ocurrió también en la escritura egipcia), y por otro se usaban para escribir elementos gramaticales que carecían de logograma, tales como inflexiones de los verbos (hay analogía con el japonés moderno). Por ejemplo, la voz bálam, jaguar, podía escribirse como un sólo logograma (lo representaremos como BALAM en lo que sigue, por comodidad), o podía matizarse añadiéndole logogramas fonéticos, según contexto (ba—BALAM, o también BALAM-—ma, o ba—BALAM—ma, donde ba y ma son glifos fonéticos), o incluso podía escribirse de forma totalmente fonética, con tres glifos (ba—la—ma)
Los glifos fonéticos representaban sílabas simples abiertas (formadas por consonante+vocal o únicamente vocal). Sin embargo la fonotáctica maya es un poco más complicada. La mayoría de palabras mayas finalizan en consonante, no en vocal, y también pueden encontrarse secuencias de dos consonantes en medio de la palabra, como en xolte’ [ʃolteʔ] 'cetro', que es CVCCVC. Cuando estas consonantes finales eran sonantes (l, m, n) o glotales (h, ’) a veces se omitían en la escritura, pero más frecuentemente las consonantes finales se escribían, lo que significa que también aparecía una vocal extra. Ésta era típicamente una vocal "imitativa" que repetía la de la sílaba anterior. Así, la palabra [kah] 'aleta de pescado' se escribiría ka-ha. Sin embargo hay muchos otros casos donde se usaba otra vocal final, y sus reglas ortográficas sólo se han comprendido parcialmente. He aquí lo que se comprende actualmente:
Una forma escrita más compleja es ha-o-bo ko-ko-no-ma para [ha’o’b kokno’m] 'ellos son los guardianes'. (La duración y la glotalización de las vocales no siempre estaban indicadas en palabras comunes como 'ellos son'). Un conjunto mínimo, sin traducción completa, es el siguiente:
ba-ku [bak]
ba-ki [baak]
ba-ku [ba’k] o [ba’ak]
ba-ke [baakel] (omitiendo la l)
Glifos emblema
Un "glifo emblema" es un tipo de título real. Está conformado por la palabra ajaw (un término del maya clásico para "señor", sin etimología clara aún, pero con fuentes coloniales bien atestiguadas)1 y un topónimo que precede a la palabra ajaw y funciona como adjetivo. A veces el título está precedido por el adjetivo k’uhul"santo" o "sagrado".
Por supuesto un glifo de emblema no es del todo "un glifo", pues se puede escribir con cualquier cantidad de signos silábicos y logográficos y están atestiguadas varias ortografías alternativas para las palabras k’uhul y ajaw, que forman la parte invariante del título. El término "glifo emblema" es simplemente una reminiscencia de la época en que los mayistas no podían interpretar satisfactoriamente las inscripciones mayas clásicas y tenían que conformarse con algunos apelativos aislando ciertos componentes estructurales recurrentes en la narrativa escrita.
Glifo de emblema de Tikal o "Mutal", Estela del Museo de Tikal.
Este título fue identificado en 1958 por Heinrich Berlin,2 quien acuñó el término "glifo emblema". Berlin notó que los "glifos emblema" constaban de un signo principal de mayor tamaño que los otros dos signos cuya lectura actual esk’uhul ajaw. Berlin también notó que mientras los elementos pequeños permanecían relativamente constantes, el signo principal cambiaba entre un sitio y otro. Berlin propuso que los signos principales identificaban a ciudades individuales, a sus dinastías reinantes o a los territorios controlados por ellas. Seguidamente, Marcus3 argumentó que los glifos de emblema se referían a sitios arqueológicos, dispuestos en una jerarquía de cinco niveles de distribución asimétrica. La investigación de Marcus asumía que los glifos de emblema estaban distribuidos en un patrón de importacia relativa del sitio dependiendo de la amplitud de su distribución, vagamente desglosada como sigue: Centros regionales primarios (capitales) (Tikal, Calakmul, y otras ciudades supremas) eran generalmente las primeras de su región en adoptar un glifo emblema. Los textos que se refieren a otros centros regionales primarios aparecen en los textos de estas "capitales", y existen dependencias que utilizan el glifo del centro primario. Los centros secundarios (Altun Ha, Luubantuun, Xunantunich, y otras ciudades intermedias) tenían sus propios glifos pero sólo eran mencionadas raramente en los textos encontrados en el centro regional primario, mientras que repetidamente mencionan el centro regional en sus propios textos. Los centros terciarios (pueblos) no tenían glifos propios, pero sí textos que mencionan los centros primarios y quizás ocasionalmente los centros secundarios. A éstos seguían las aldeas sin glifos emblema ni textos que mencionen los centros mayores, y los caseríos con mínima evidencia de textos.4 Este modelo estuvo irrefutado por más de una década hasta que Mathew y Juteson,5 argumentaron una vez más que los glifos emblema eran los títulos de gobernantes mayas con cierta asociación geográfica.
El debate sobre la naturaleza de los glifos emblema sufrió un nuevo giro con la monografía de Stuart and Houston.6 Los autores demostraron convincentemente que había cantidades de topónimos propiamente dichos, algunos reales, otros mitológicos, mencionados en las inscripciones. Unos de estos topónimos aparecían también en los "glifos emblema", algunos fueron atestiguados en los "títulos de origen" (similares a los gentilicios), pero otros no estaban totalmente incluidos en títulos personales. Además, los autores resaltaron los casos en los que los "títulos de origen" y los "glifos emblema" no se superponían, apoyándose en una investigación anterior de Houston.7 Houston notó que el establecimiento y difusión de la dinastía originada en Tikal en la región de Petexbatun fue acompañada por la proliferación de gobernantes que usaban el "glifo emblema" de Tikal poniendo ascendencia política y dinástica sobre los centros de gobierno de la época.8
Historia
Hasta hace poco se creía que los mayas habían adoptado su escritura de la olmeca o de la epi-olmeca. Sin embargo, recientes descubrimientos han llevado el origen de la escritura maya varios siglos atrás, y parece posible que los mayas hayan sido los que inventaron la escritura en Mesoamérica.9
El conocimiento del sistema de escritura maya continuó en los inicios de la época colonial y según referencias, algunos de los primeros sacerdotes españoles que fueron a Yucatán aprendieron su escritura. Luego, al investigar la lengua nativa para convertir a los mayas a la cristiandad, Landa dedujo lo que creyó era el "alfabeto" maya (conocido como el alfabeto de Landa). Aunque los mayas no escribían su lengua con signos alfabéticos, Landa registró un glosario de sonidos mayas y símbolos relacionados, después desvirtuado como ilógico, pero que posteriormente se convirtió en un recurso clave en el desciframiento de la escritura maya. La dificultad en el desciframiento radicaba en que no había correspondencia unívoca entre el alfabeto español y los caracteres mayas, y los nombres de las letras del alfabeto no tenían significado para el escriba maya que asistió a Landa en su investigación, de modo que pidiendo Landa que escribiera, por ejemplo, "L" (ele): e-le (el escriba debió de entender en palabras de su propio idioma), y codificó el resultado como la "letra L".
Landa también se ocupó de crear una ortografía en alfabeto latino para la lengua maya yucateca. Ésta fue la primera ortografía para las lenguas mayas, que son unas treinta.
Sólo se sabe de cuatro códices mayas que han sobrevivido a los conquistadores. La mayoría de dichos textos se han encontrado en cerámica hallada en tumbas mayas, o de monumentos y estelas erigidas en sitios luego abandonados o tallados antes de la llegada de los españoles.
El conocimiento del sistema de escritura se perdió probablemente a finales del siglo XVI. Pero en el siglo XIX surgió un interés renovado por los yacimientos arqueológicos mayas.
Desciframiento
El desciframiento de la escritura fue un proceso largo y laborioso. Los investigadores del siglo XIX y comienzo del XX se encargaron de descifrar los numerales mayas y pasajes de textos relacionados con la astronomía y el calendario maya, pero la comprensión de lo demás estuvo más allá del alcance de los académicos. Yuri Knorozov desempeñó un papel principal en el desciframiento de la escritura maya.10 En 1952 él publicó un documento titulado "Drevniaia Pis’mennost’ Tsentral’noi Amerika" ("Antigua escritura de Centroamérica") donde argumentaba que el llamado "alfabeto de Landa" contenido en el manuscrito del obispo Diego de Landa "Relación de las cosas de Yucatán" se componía de sílabas más que de símbolos alfabéticos. Más tarde mejoró su técnica de desciframiento en su monografía de 1963 "The Writing of the Maya Indians" ("La escritura de los indígenas mayas")11 y publicó traducciones de manuscritos mayas en su obra de 1975 "Maya Hieroglyphic manuscripts" ("Manuscritos jeroglíficos mayas"). En la década de 1960 los progresos revelaron los registros dinásticos de los gobernantes mayas. Desde inicios de la década de 1980 se ha demostrado que la mayor parte de los símbolos anteriormente desconocidos forman un silabario y desde entonces el avance en la interpretación de la escritura maya se aceleró.
Al parecer los mayas habrían heredado algunos elementos, y quizás la base completa, de su antiguo sistema de escritura a partir de los olmecas,12 el cual habría sido modificado significativamente y luego expandido por los mayas en el período preclásico. Los textos de este período son menos numerosos y menos comprensibles para los arqueólogos que los textos posteriores. (Sin embargo, la escritura ístmica o epi-olmeca fue considerada alguna vez como un posible ancestro directo de la escritura maya, ahora se la considera varios siglos más reciente, y en cambio podría ser descendiente). Otras culturas mesoamericanas relacionadas y cercanas del mismo período serían también herederas de la escritura olmeca, y habrían desarrollado sistemas paralelos que compartían atributos claves (como el sistema numérico vigesimal representado por puntos y barras). No obstante, se cree generalmente que los mayas desarrollaron el único sistema de escritura completo en Mesoamérica, siendo la única civilización de su región que contaba con un sistema de escritura completo, capaz de escribir cualquier existente en el lenguaje hablado; a diferencia de los sistemas empleados - por ejemplo - por la cultura Mexica, que empleaban un sistema basado en Rebus.
Otros hallazgos
Como los primeros ensayos de Knorozov contenían pocas lecturas nuevas,[cita requerida] y los editores soviéticos agregaron reclamos propagandísticos[cita requerida] hasta el punto de que Knorosov estaba usando una aproximación peculiarmente "Marxista-Leninista" al desciframiento,[cita requerida]muchos mayistas occidentales simplemente desconocieron el trabajo de Knorozov. Sin embargo, en la década de 1960 más llegaron a ver el enfoque silábico potencialmente fructífero, y se empezaron a desarrollar posibles lecturas fonéticas de los símbolos cuyo significado general fuera comprendido a partir del contexto. El epigrafista Eric S. Thompson fue uno de los mayores oponentes de Knorosov y de su enfoque silábico. A veces se dijo que los desacuerdos de Thompson retrasaron el desciframiento.13
En 1959, al examinar lo que la académica ruso-estadounidense Tatiana Proskouriakoff denominó "un patrón de fechas peculiar" en inscripciones monumentales de piedra en el sitio maya clásico de Piedras Negras, Proskouriakoff determinó que éstas representaban eventos en la vida de un individuo, más que estar relacionados con la religión, la astronomía, o las profecías, como lo sostenía la "vieja escuela" representada por Thompson. Esto probó ser cierto para muchas inscripciones mayas, y reveló que los registros epigráficos mayas estaban relatando historias reales de gobernantes, historias de dinastías similares en su naturaleza a las registradas en culturas humanas letradas por todo el mundo. De repente los mayas ingresaron en la historia escrita.14
Aunque ya era claro lo que había en muchas inscripciones mayas, aún no podían ser literalmente leídas. No obstante se logró un progreso mayor durante las décadas de 1960 y 1970, utilizando una multitud de aproximaciones que incluían análisis de patrones, el "alfabeto" de Landa, los hallazgos de Knorozov, y otros. En la historia del desciframiento de los mayas, no podía separarse el trabajo de arqueólogos, historiadores de arte, epigrafistas, lingüistas, y antropólogos. Todos contribuyeron a un proceso verdadera y esencialmente multidisciplinario. Entre las figuras claves estaban incluidos David Kelley, Ian Graham, Gilette Griffin, yMichael Coe.
Sucedieron hallazgos en la década de 1970 - particularmente, en la primera Mesa Redonda de Palenque, una conferencia académica organizada por Merle Greene Robertson en el sitio maya clásico de Palenque realizada en diciembre de 1973. Un grupo de trabajo fue conducido por Linda Schele, una historiadora de arte y epigrafista de la Universidad de Texas en Austin, que incluía a Floyd Lounsbury, un lingüista de la Universidad de Yale, y Peter Mathews, por entonces estudiante de David Kelley en la Universidad de Calgary (a quien Kelley envió por no haber podido asistir él). En una tarde ellos lograron descifrar la primera lista dinástica de reyes mayas - los antiguos reyes de la ciudad de Palenque. Mediante la identificación de un signo como un título real importante (que se lee recurrentementek'inich), el grupo pudo identificar y "leer" las historias de vida (desde el nacimiento, hasta el ascenso al trono, y la muerte) de seis reyes de Palenque.
Desde ese punto, el progreso continuó a paso exponencial, no solamente en el desciframiento de los glifos mayas, sino también hacia la construcción de una comprensión nueva de la civilización maya, basada en la Historia. n 1988, Wolfgang Gockel publicó una traducción de las inscripciones de Palenque basadas en una interpretación morfémica, en lugar de silábica, de los textos glíficos. La "vieja escuela" seguía rechazando los resultados de la nueva academia por algún tiempo más. Un acontecimiento decisivo que ayudó a cambiar el viento a favor del nuevo enfoque ocurrió en 1986, en una exhibición titulada "La Sangre de los Reyes: Una nueva interpretación del arte maya (The Blood of Kings: A New Interpretation of Maya Art)". Ésta fue organizada por InterCultura y el Museo de Arte Kimbell y curada por Schele y la historiadora de arte de Yale Mary Miller. Esta exhibición y el catálogo para los asistentes - con publicidad internacional - revelaron a una vasta audiencia el nuevo mundo que se había abierto recientemente gracias al avance en el desciframiento de las inscripciones mayas. Ahora no sólo se podía leer y entender una historia real de la América antigua, sino que la luz que cubría los restos materiales de los mayas los muestra como individuos reales y reconocibles. Quedaron revelados como personas con una historia como la de todas las demás sociedades humanas, llena de guerras, luchas dinásticas, alianzas políticas cambiantes, sistemas religiosos y artísticos complejos, expresiones de propiedad y soberanía personal, y así sucesivamente. Además, la nueva interpretación, como lo demostró la exhibición, daba sentido a muchas obras de arte cuyo significado había sido obscuro, y mostraba cómo la cultura material de los mayas representaba un sistema cultural y una cosmovisión completamente integrados. Atrás quedaba el antiguo punto de vista de Thompson de los mayas como astrónomos pacíficos sin conflictos u otros atributos característicos de la mayor parte de las sociedades humanas.
Sin embargo, tres años más tarde en 1989, un contraataque final fue lanzado por partidarios que todavía eran renuentes a la interpretación moderna del desciframiento. Esto ocurrió en una conferencia en Dumbarton Oaks. No atacaba directamente a la metodología ni a los resultados del desciframiento, sino en cambio sostenía que los textos mayas antiguos habían sido leídos pero eran "epifenomenales". Este argumento fue extendido desde una perspectiva populista para decir que los textos decifrados no cuentan solamente sobre los asuntos y creencias de la élite de la sociedad, y no acerca de mayas del común. Michael Coe en oposición a esta idea describió "epifenomenal" como:
una insignificante palabra con el objeto de decir que la escritura maya es sólo de aplicación marginal ya que es secundaria a aquellas instituciones más primarias - economía y sociedad - tan bien estudiadas por los sucios arqueólogos.
Linda Schele observó luego de la conferencia que esto es como decir que las inscripciones del antiguo Egipto - o los escritos de los filósofos o los historiadores griegos - no revelan nada importante sobre sus culturas. La mayoría de documentos escritos en la mayor parte de culturas nos cuentan acerca de la élite, debido a que en la mayor parte de las culturas del pasado, sólo había algunos que podían (conocían o tenían los medios para) escribir (o podían hacer registrar cosas mediante escribas o grabarlas en monumentos).
El progreso en el desciframiento continúa a paso rápido actualmente, y los académicos aceptan en general que ahora más del 90 por ciento de los textos mayas se pueden leer con precisión razonable. Hacia 2004, como mínimo se conocía un glifo fonético para cada una de las sílabas marcadas como se muestra en siguiente tabla:
Los principales estudiosos de la lengua maya incluyen a muchos arqueologos, epigrafos, lingüistas, e historiadores. Algunos nombres en esta lista son:
Véase también
Referencias
Citas
Bibliografía
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