BIOGRAFÍAS

Baruch Spinoza

 

(Holanda, 1632-1677)

Filósofo racionalista y pensador religioso holandés, considerado como el exponente moderno más completo del panteísmo. Nacido en Amsterdam de padres judíos hispano-portugueses el 24 de noviembre de 1632, Spinoza recibió una educación que ponía un gran énfasis en el estudio de las fuentes clásicas judías. Más tarde, sin embargo, se apartó del judaísmo ortodoxo como consecuencia de sus estudios de ciencias físicas y por el efecto que le produjeron los escritos del filósofo inglés Thomas Hobbes y del científico y filósofo francés René Descartes. Se apartó de la sinagoga y en 1656 fue excomulgado por los rabinos, que le desterraron de Amsterdam. Durante cinco años, Spinoza permaneció en las afueras de la ciudad, puliendo lentes para vivir. Durante ese periodo escribió su primer trabajo filosófico, Tratado de Dios, del hombre y de su felicidad, donde se prefiguran ya las líneas maestras del que sería su sistema filosófico. El Tratado teológico-político y la disertación De la reforma del entendimiento quizá fueron escritos también en este periodo, aunque el primero no se publicó hasta 1670 y el segundo hasta 1677. En 1661 se trasladó a Rinjnsburg, ciudad cercana a Leiden, y dos o tres años más tarde a Voorburg, no lejos de La Haya. Poco después, al trasladarse a La Haya, se le ofreció una cátedra de filosofía occidental en la Universidad de Heidelberg. El responsable de ello fue Charles Louis, el elector palatino. Sin embargo, Spinoza rechazó esta responsabilidad, para poder mantenerse libre de cualquier restricción que pudieran aplicar los teólogos sobre sus actividades intelectuales. También rechazó una pensión que le ofreció el rey de Francia Luis XIV, a cambio de que dedicara al monarca uno de sus trabajos.

 

La más completa expresión de Spinoza es su gran obra Etica demostrada según el orden geométrico (1674). De acuerdo con este tratado, el universo es idéntico a Dios, que es la 'sustancia' incausada de todas las cosas. El concepto de sustancia, que Spinoza saca de los filósofos escolásticos, no es el de una realidad material, sino más bien el de una entidad metafísica, una base amplia y autosuficiente de toda realidad. Spinoza admitió la posible existencia de atributos infinitos de la sustancia, pero mantuvo que tan sólo dos son accesibles a la mente humana, a saber, la extensión, o el mundo de las cosas materiales, y la racionalidad. El pensamiento y la extensión existen en una última realidad que es Dios, de quien dependen. La causalidad, en el sistema de Spinoza, puede hallarse entre los objetos individuales (es decir, entre los cuerpos físicos) en el atributo extensión, o entre ideas individuales en el atributo pensamiento, pero no entre objetos e ideas. Para explicar las aparentes interacciones causales entre objetos e ideas, Spinoza propuso una teoría conocida como paralelismo, según la cual cada idea tiene un complemento físico y, del mismo modo, cada objeto físico tiene su correspondiente idea.

 

Spinoza rechazó la providencia y la libertad de la voluntad, y su concepto de un dios impersonal fue recibido con hostilidad por muchos de sus contemporáneos. Su posición en la historia de la filosofía es única en muchos aspectos. No perteneció a ninguna escuela y no fundó ninguna. Aunque en ciertos puntos su trabajo se basaba en el de algunos de sus predecesores, muestra y afirma un individualismo tan acusado como para que se le pueda considerar un simple continuador o epígono, incluso en el caso del pensamiento de Descartes. Por la profundidad y la grandeza de sus ideas y su notable capacidad de síntesis, Spinoza se sitúa junto a los mayores pensadores filosóficos de todos los tiempos. Hasta un siglo después de su muerte, ocurrida el 21 febrero de 1677, su pensamiento no obtuvo reconocimiento y, aunque su sistema no consiguiera seguidores organizados, ha tenido, tal vez, la más penetrante influencia de todos los filósofos modernos con la excepción de Immanuel Kant. No sólo metafísicos sino también poetas como Johann Wolfgang von Goethe, William Wordsworth y Percy Bysshe Shelley han consultado y estudiado los trabajos de Spinoza en busca de inspiración y su pensamiento ha influido en el panteísmo poético subyacente de muchas interpretaciones modernas de la naturaleza.

 

Nada hay azaroso en el universo. El hombre sabio ha de asumir que su aparente libertad no es más que una ficción producto de su ignorancia sobre el orden racional y necesario que impera en el mundo.

Deus sive natura.

 

Baruch Spinoza nació el 24 de noviembre de 1632 en Amsterdam, hijo de una familia de judíos portugueses emigrados a Holanda a finales del siglo XVI. Sus antepasados quizás fuesen marranos (exteriormente aceptaron el cristianismo para no ser expulsados, pero permanecieron fieles al judaísmo) y Spinoza fue educado en los principios de su religión. Sin embargo, debido a que no aceptó el judaísmo ortodoxo, hecho patente en sus escritos, fue excomulgado y expulsado de la comunidad judía de Amsterdam en 1656, dedicándose desde entonces al oficio de pulidor de lentes para instrumentos ópticos.

 

En 1660 se traslada a Leyden y tres años después se instala en los alrededores de La Haya, manteniendo relaciones con algunos miembros de la Royal Society de Londres y con el matemático y filósofo racionalista, Leibniz. Sin embargo, pese a la enorme influencia de sus escritos, Spinoza renunció a los honores académicos para no mermar su libertad intelectual, rehusando la cátedra de filosofía de Heilderberg que se le ofreció en 1673. En 1677 murió de consunción.

 

Su alejamiento de la vida pública queda de manifiesto en las escasas obras que publicó en vida. Tan sólo dos, una editada con su nombre en 1663, Los principios de filosofía de Renato Descartes y otra publicada anónimamente en 1670 bajo el título Tratado teológico-político. El resto de su producción intelectual apareció póstumamente: Tratado de la reforma del entendimiento (escrito en Leyden), Ética demostrada según el orden geométrico, sin duda su obra de más relevancia y Breve tratado sobre Dios, el hombre y la felicidad, descubierto a mediados del siglo XIX.

 

El pensamiento filosófico de Spinoza

 

 

Formado básicamente en la filosofía cartesiana, el racionalismo de Baruch Spinoza tiene influencias de la cultura judía (Maimónides, Chasdai Crescas), del estoicismo (Séneca, Cicerón) y de otros autores como Giordano Bruno y Hobbes.

 

El  problema fundamental de su pensamiento gira en torno a la cuestión de la unidad y la multiplicidad: el problema de la identidad y la diferencia y su explicación causal. La generosa heterogeneidad de seres que observamos en el universo ha de ser explicada, como postuló tantos siglos antes Aristóteles, por sus causas. Ahora bien; ¿cómo podemos acceder a esta unicidad? ¿Cómo podremos demostrar verdaderamente cuáles sean las causas de todo lo real y múltiple? Parece evidente que el conocimiento de los principios determinantes y rectores del mundo no puede adquirirse a través de la experiencia (que nada puede decirnos acerca de las conexiones necesarias entre los hechos), sino por el puro proceder de la mente, según sus propias leyes. En esto consiste la labor filosófica realizada por Spinoza “more geometrico”, según el modo geométrico.

 

Conozco las cosas cuando conozco su génesis, de la misma manera que las matemáticas y la geometría generan su objeto (génesis) desde el interior del entendimiento mismo, independientemente de lo empírico y de la temporalidad. La filosofía de Spinoza, sobre todo su más importante obra titulada Ética demostrada según el orden geométrico, toma como modelo el proceder deductivo y a priori de las matemáticas, basándose en la suposición de que “el orden y la conexión de las ideas es lo mismo que el orden y la conexión de las cosas” (Ética demostrada según el orden geométrico) El orden causal que rige los acontecimientos es idéntico al orden que el entendimiento sigue cuando opera con las ideas, es decir, cuando construye a priori o independientemente de la experiencia su objeto, tal y como hacen las matemáticas y la geometría, disciplinas modélicas por su rigurosa certeza.

 

Ahora bien, el proceder puro de la mente evidencia que no hay una pluralidad de causas de los acontecimientos, sino una única causa eficiente de la totalidad, denominada por Spinoza, Dios o la naturaleza, Deus sive natura, afirmación que puede interpretarse como una naturalización de Dios o como una teologización de la naturaleza. Frente al dualismo cartesiano y el pluralismo metafísico de las mónadas de Leibniz, Spinoza postula un monismo metafísico: únicamente existe una substancia y sólo una, entendiendo por tal:

 

“aquello que es en sí y se concibe por sí; esto es, aquello cuyo concepto no necesita del concepto de otra cosa, a partir de lo cual deba formarse” (Op. Cit.).

 

La substancia ha de ser autónoma y autárquica tanto ontológicamente (no puede depender de otros para ser) como gnoseológicamente (no puede necesitar del concepto de otra cosa para formarse). El concepto de substancia es una idea innata clara y distinta, cuyo núcleo se vertebra en torno a la existencia: “a la naturaleza de la substancia le pertenece existir”; “su esencia envuelve necesariamente la existencia” (Op. cit.) ya que no puede ser producida por otra cosa y tiene que ser causa de sí misma (causa sui). Spinoza elimina el ámbito de lo posible: no hay substancias “potenciales”. Ahora bien, ¿por qué afirma que sólo puede existir una substancia?¿Por qué descarta la pluralidad (monismo substancial)?

 

Para Spinoza, siguiendo la línea categorial de Descates, la substancia es conocida por su atributo: “entiendo por atributo lo que el entendimiento percibe de la substancia como constitutivo de su esencia” (Op. cit.). Si dos substancias tuvieran un mismo atributo, no podríamos distinguirlas, es decir, al tener la misma esencia nos sería imposible concebirlas como distintas, por lo tanto, solo hay una única substancia, poseedora de una infinidad de atributos, de los cuales nosotros, los hombres, sólo conocemos dos: el pensamiento y la extensión. Estos infinitos atributos expresan la esencia de la substancia o Dios, pero no la determinan; es decir, pertenecen a un plano gnoseológico, no ontológico:

 

“Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita” (Op. cit.)

 

La infinitud de Dios implica que no puede haber otras substancias: todo es en Dios, y si Él fuera distinto de la naturaleza y de los otros “seres”, entonces no sería infinito.

 

Los seres finitos, incluidos los hombres, son modos de Dios, entendiendo por tales “las afecciones de la substancia, o sea, aquello que está en otro, por lo que es también concebida” (Op. cit.). Las mentes finitas son modos de Dios bajo el atributo del pensamiento y los cuerpos finitos son modos de Dios bajo el atributo de la extensión. La naturaleza no es ontológicamente distinta de Dios, porque este es infinito y “ha de comprender en sí mismo toda la realidad”. En esto consiste fundamentalmente el panteísmo de Spinoza, en la afirmación de que, fuera de Dios no puede darse ninguna substancia, siendo este la causa inmanente de todos los seres (modos): “Dios es la causa inmanente y no transeúnte, de todas las cosas” (Op. cit.).

 

La realidad es una y la misma pero observada desde perspectivas diversas, desde distintos puntos de vista, según nos atengamos al atributo del pensamiento o de la extensión. Lo que cambia no son las “cosas”, sino nuestra mirada sobre ellas. Así, el hombre puede ser considerado como cuerpo (extensión) o como alma (pensamiento), pero ambos son constitutivamente la misma cosa. El problema del dualismo cartesiano y de la interacción entre alma y cuerpo es, por lo tanto, un falso problema.

 

Si naturaleza y Dios se identifican, es imposible hablar de azar en el mundo. Todo está determinado por la necesidad de la naturaleza divina, incluso el mismo Dios no podría haber “creado” el mundo de otra manera: su libertad es necesaria y obligada (coacta). Los seres finitos surgen necesariamente y los hechos son causales pero no casuales. Todo esto supone la eliminación de la libertad humana. Esta no es más que un espejismo producto de la ignorancia:

 

“Los hombres se engañan al creerse libres; y el motivo de esta opinión es que tienen conciencia de sus acciones, pero ignoran las causas por que son determinadas; por tanto, lo que constituye su idea de libertad, es que no conocen causa alguna de sus acciones” (Op. Cit.)

 

Este postulado no anula, sin embargo, la praxis humana, la ética. Pese a que no conocemos el orden total por el que se rige la naturaleza, si podemos asumir “activamente” la necesidad absoluta de nuestras acciones. La voluntad y el entendimiento son una y la misma cosa, y por lo tanto, cuando conocemos la necesidad de los aconteceres, esto es, a Dios, podemos sentirnos libres (forzada y necesariamente). El amor a Dios coincide con la sabiduría, con el conocimiento del orden racional necesario que impera en el mundo.

 

Elena Diez de la Cortina Montemayor

ele@cibernous.com

 

 

El panteísmo es una creencia o concepción del mundo y una doctrina filosófica según la cual el Universo, la naturaleza y Dios son equivalentes. La ley natural, la existencia y el universo (la suma de todo lo que fue, es y será) se representa por medio del concepto teológico de "Dios". La palabra está compuesta del término griego πᾶν (pan), que significa todo, y θεός (theos), que significa Dios; así se forma una palabra que afirma: todo es Dios.

 

El panteísmo es la creencia de que el mundo y Dios son lo mismo. Cada criatura es un aspecto o una manifestación de Dios, que es concebido como el actor divino que desempeña a la vez los innumerables papeles de humanos, animales, plantas, estrellas y fuerzas de la naturaleza. También aporta un nexo de unión entre diferentes religiones, por ejemplo, hay poca diferencia entre esta visión o el que para los budistas "el uno es el todo".

 

Análisis

 

De manera general, el panteísmo puede ser considerado como una ideología filosófica. O como una "concepción del mundo". En el panteísmo se enfrentan dos términos: "dios" y "mundo". El panteísmo procede a identificarlos. El resultado ha de ser un monismo, que puede adoptar diversas caracterizaciones.

El panteísmo, en el análisis, puede mostrar algunas variantes. Por un lado puede considerar a la realidad divina, como la única realidad verdadera y a ella se reduce el mundo; en este caso el mundo es concebido como proceso, emanación, desarrollo o manifestación de Dios. Declaradamente una "teofanía". Acosmismo es el nombre de esta forma de panteísmo.

En otro sentido, el mundo puede ser concebido como la única realidad verdadera. A esa realidad se reduce Dios, que suele ser concebido entonces como la unidad del mundo, como una especie de principio orgánico de la Naturaleza, o también, como autoconciencia del universo. Esta forma de panteísmo recibe la denominación de "panteísmo ateo". O también "panteísmo ateísta".

En ambos casos, en ambas formas, no hay ninguna realidad trascendente. Todo lo que existe es Inmanente. Y la divinidad, obviamente, es entendida más bien como principio del mundo.

 

El panteísmo de Heráclito

 

El panteísmo es una doctrina o un componente identificable en las doctrinas del filósofo griego Heráclito, en los fragmentos que de él se conservan. En el filósofo presocrático del devenir, lo divino se halla presente en la totalidad de las cosas, y a un tiempo, es idéntico al mundo y a los entes, en su integridad. Esta concepción arrastra a parangonar lo divino con el Universo, transformándolo en el "fuego generador" que unifica todos los contrarios.

Ese dios-todo de Heráclito congrega en sí mismo la totalidad de las cosas y es, de igual manera, una realidad de carácter eterno. Su cosmología parece, también, referirse a la teoría de un mundo de movimiento cíclico, en virtud de la cual el todo se asemeja a un conjunto de fases alternadas: una suerte de ciclo destructivo y productivo, que más tarde ha de ser retomado y desarrollado por los estoicos.

 

El panteísmo de Plotino

 

Se ha hablado frecuentemente -y acaso de modo impropio- del panteísmo de Plotino. En realidad, para él la divinidad conserva para sí los dos caracteres, la inmanencia y la trascendencia. El dios plotiniano, penetrando todas las realidades se encuentra por encima de todas ellas. Así, el filósofo sostiene con claridad, de modo luminoso, que lo Uno, "en cuanto principio del todo, no es el todo". Una tal afirmación pareciera oponerse a las apreciaciones o interpretaciones inmanentistas y panteístas, de su pensamiento.

 

El panteísmo de Bruno

 

La cosmovisión de Giordano Bruno bien puede ser entendida como un "panteísmo ateo", con ciertos rasgos específicos de "pan -psiquismo".En su obra De la causa, el principio y el Uno es donde se encuentran sus ideas fundamentales sobre la realidad natural.

Una forma o esquema general del universo es la denominada "alma del mundo", cuya preponderante facultad es un intelecto completo y universal, que todo lo llena y todo lo ilumina.

La materia constituye el segundo principio de la naturaleza, por la cual la totalidad de las cosas se hallan conformadas. Los aspectos de los entes pueden mudar, variar o divergir, pero es siempre la misma materia la que se sostiene y perdura por debajo de las exteriores transformaciones.

 

El panteísmo de Spinoza

 

Ha sido usual en la época moderna considerar la filosofía de Baruch Spinoza como el más eminente y radical ejemplo de panteísmo, constituyendo de esa forma, el modelo de todos los panteísmos que le seguirán. Esto se debe principalmente a sus afirmaciones sobre el monismo de la sustancia y del estatuto modal de los individuos finitos, en especial el hombre: «Todo cuanto es, es en Dios, y sin Dios nada puede ser ni concebirse» (Ética, I, XV). El spinozismo, sin embargo, debe ser considerado más bien como un panenteísmo, porque para el filósofo holandés todo está en Dios y el Ser supremo no se confunde ni con el mundo ni con la totalidad de sus modos, al conservar Spinoza la distinción de orden escolástico entre natura naturans (Dios como principio de ser y de su vida irreductible a todo viviente particular) y la natura naturata, conjunto de modos infinitos y finitos. Estando constituido Dios por una infinidad de atributos de los que sólo conocemos dos (el pensamiento y la extensión), la metafísica spinoziana no puede interpretarse ni como un panteísmo materialista ni como un panteísmo espiritualista, dado que en ella se dice Dios es tanto res extensa como res cogitans.

 

Panteístas científicos

 

Albert Einstein[1]

D. H. Lawrence[1]

Stephen Hawking[1]

Robinson Jeffers[1]

Frank Lloyd Wright[1]

 

 

 

¡Viaje por la dimensión Biótica,Vivencial, Conciencial y Existencial del Hombre,

hacia la comprensión del Mundo, la Vida y Nosotros mismos.!

abramoscomillas@yahoo.es   -  polifemo@abramoscomillas.org

Derechos Reservados 2009   - Power by: Solgraphics Diseño SAS

 

Baruch Spinoza

 

(Holanda, 1632-1677)

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BIOGRAFÍAS

Baruch Spinoza

 

(Holanda, 1632-1677)

Filósofo racionalista y pensador religioso holandés, considerado como el exponente moderno más completo del panteísmo. Nacido en Amsterdam de padres judíos hispano-portugueses el 24 de noviembre de 1632, Spinoza recibió una educación que ponía un gran énfasis en el estudio de las fuentes clásicas judías. Más tarde, sin embargo, se apartó del judaísmo ortodoxo como consecuencia de sus estudios de ciencias físicas y por el efecto que le produjeron los escritos del filósofo inglés Thomas Hobbes y del científico y filósofo francés René Descartes. Se apartó de la sinagoga y en 1656 fue excomulgado por los rabinos, que le desterraron de Amsterdam. Durante cinco años, Spinoza permaneció en las afueras de la ciudad, puliendo lentes para vivir. Durante ese periodo escribió su primer trabajo filosófico, Tratado de Dios, del hombre y de su felicidad, donde se prefiguran ya las líneas maestras del que sería su sistema filosófico. El Tratado teológico-político y la disertación De la reforma del entendimiento quizá fueron escritos también en este periodo, aunque el primero no se publicó hasta 1670 y el segundo hasta 1677. En 1661 se trasladó a Rinjnsburg, ciudad cercana a Leiden, y dos o tres años más tarde a Voorburg, no lejos de La Haya. Poco después, al trasladarse a La Haya, se le ofreció una cátedra de filosofía occidental en la Universidad de Heidelberg. El responsable de ello fue Charles Louis, el elector palatino. Sin embargo, Spinoza rechazó esta responsabilidad, para poder mantenerse libre de cualquier restricción que pudieran aplicar los teólogos sobre sus actividades intelectuales. También rechazó una pensión que le ofreció el rey de Francia Luis XIV, a cambio de que dedicara al monarca uno de sus trabajos.

 

La más completa expresión de Spinoza es su gran obra Etica demostrada según el orden geométrico (1674). De acuerdo con este tratado, el universo es idéntico a Dios, que es la 'sustancia' incausada de todas las cosas. El concepto de sustancia, que Spinoza saca de los filósofos escolásticos, no es el de una realidad material, sino más bien el de una entidad metafísica, una base amplia y autosuficiente de toda realidad. Spinoza admitió la posible existencia de atributos infinitos de la sustancia, pero mantuvo que tan sólo dos son accesibles a la mente humana, a saber, la extensión, o el mundo de las cosas materiales, y la racionalidad. El pensamiento y la extensión existen en una última realidad que es Dios, de quien dependen. La causalidad, en el sistema de Spinoza, puede hallarse entre los objetos individuales (es decir, entre los cuerpos físicos) en el atributo extensión, o entre ideas individuales en el atributo pensamiento, pero no entre objetos e ideas. Para explicar las aparentes interacciones causales entre objetos e ideas, Spinoza propuso una teoría conocida como paralelismo, según la cual cada idea tiene un complemento físico y, del mismo modo, cada objeto físico tiene su correspondiente idea.

 

Spinoza rechazó la providencia y la libertad de la voluntad, y su concepto de un dios impersonal fue recibido con hostilidad por muchos de sus contemporáneos. Su posición en la historia de la filosofía es única en muchos aspectos. No perteneció a ninguna escuela y no fundó ninguna. Aunque en ciertos puntos su trabajo se basaba en el de algunos de sus predecesores, muestra y afirma un individualismo tan acusado como para que se le pueda considerar un simple continuador o epígono, incluso en el caso del pensamiento de Descartes. Por la profundidad y la grandeza de sus ideas y su notable capacidad de síntesis, Spinoza se sitúa junto a los mayores pensadores filosóficos de todos los tiempos. Hasta un siglo después de su muerte, ocurrida el 21 febrero de 1677, su pensamiento no obtuvo reconocimiento y, aunque su sistema no consiguiera seguidores organizados, ha tenido, tal vez, la más penetrante influencia de todos los filósofos modernos con la excepción de Immanuel Kant. No sólo metafísicos sino también poetas como Johann Wolfgang von Goethe, William Wordsworth y Percy Bysshe Shelley han consultado y estudiado los trabajos de Spinoza en busca de inspiración y su pensamiento ha influido en el panteísmo poético subyacente de muchas interpretaciones modernas de la naturaleza.

 

Nada hay azaroso en el universo. El hombre sabio ha de asumir que su aparente libertad no es más que una ficción producto de su ignorancia sobre el orden racional y necesario que impera en el mundo.

Deus sive natura.

 

Baruch Spinoza nació el 24 de noviembre de 1632 en Amsterdam, hijo de una familia de judíos portugueses emigrados a Holanda a finales del siglo XVI. Sus antepasados quizás fuesen marranos (exteriormente aceptaron el cristianismo para no ser expulsados, pero permanecieron fieles al judaísmo) y Spinoza fue educado en los principios de su religión. Sin embargo, debido a que no aceptó el judaísmo ortodoxo, hecho patente en sus escritos, fue excomulgado y expulsado de la comunidad judía de Amsterdam en 1656, dedicándose desde entonces al oficio de pulidor de lentes para instrumentos ópticos.

 

En 1660 se traslada a Leyden y tres años después se instala en los alrededores de La Haya, manteniendo relaciones con algunos miembros de la Royal Society de Londres y con el matemático y filósofo racionalista, Leibniz. Sin embargo, pese a la enorme influencia de sus escritos, Spinoza renunció a los honores académicos para no mermar su libertad intelectual, rehusando la cátedra de filosofía de Heilderberg que se le ofreció en 1673. En 1677 murió de consunción.

 

Su alejamiento de la vida pública queda de manifiesto en las escasas obras que publicó en vida. Tan sólo dos, una editada con su nombre en 1663, Los principios de filosofía de Renato Descartes y otra publicada anónimamente en 1670 bajo el título Tratado teológico-político. El resto de su producción intelectual apareció póstumamente: Tratado de la reforma del entendimiento (escrito en Leyden), Ética demostrada según el orden geométrico, sin duda su obra de más relevancia y Breve tratado sobre Dios, el hombre y la felicidad, descubierto a mediados del siglo XIX.

 

El pensamiento filosófico de Spinoza

 

 

Formado básicamente en la filosofía cartesiana, el racionalismo de Baruch Spinoza tiene influencias de la cultura judía (Maimónides, Chasdai Crescas), del estoicismo (Séneca, Cicerón) y de otros autores como Giordano Bruno y Hobbes.

 

El  problema fundamental de su pensamiento gira en torno a la cuestión de la unidad y la multiplicidad: el problema de la identidad y la diferencia y su explicación causal. La generosa heterogeneidad de seres que observamos en el universo ha de ser explicada, como postuló tantos siglos antes Aristóteles, por sus causas. Ahora bien; ¿cómo podemos acceder a esta unicidad? ¿Cómo podremos demostrar verdaderamente cuáles sean las causas de todo lo real y múltiple? Parece evidente que el conocimiento de los principios determinantes y rectores del mundo no puede adquirirse a través de la experiencia (que nada puede decirnos acerca de las conexiones necesarias entre los hechos), sino por el puro proceder de la mente, según sus propias leyes. En esto consiste la labor filosófica realizada por Spinoza “more geometrico”, según el modo geométrico.

 

Conozco las cosas cuando conozco su génesis, de la misma manera que las matemáticas y la geometría generan su objeto (génesis) desde el interior del entendimiento mismo, independientemente de lo empírico y de la temporalidad. La filosofía de Spinoza, sobre todo su más importante obra titulada Ética demostrada según el orden geométrico, toma como modelo el proceder deductivo y a priori de las matemáticas, basándose en la suposición de que “el orden y la conexión de las ideas es lo mismo que el orden y la conexión de las cosas” (Ética demostrada según el orden geométrico) El orden causal que rige los acontecimientos es idéntico al orden que el entendimiento sigue cuando opera con las ideas, es decir, cuando construye a priori o independientemente de la experiencia su objeto, tal y como hacen las matemáticas y la geometría, disciplinas modélicas por su rigurosa certeza.

 

Ahora bien, el proceder puro de la mente evidencia que no hay una pluralidad de causas de los acontecimientos, sino una única causa eficiente de la totalidad, denominada por Spinoza, Dios o la naturaleza, Deus sive natura, afirmación que puede interpretarse como una naturalización de Dios o como una teologización de la naturaleza. Frente al dualismo cartesiano y el pluralismo metafísico de las mónadas de Leibniz, Spinoza postula un monismo metafísico: únicamente existe una substancia y sólo una, entendiendo por tal:

 

“aquello que es en sí y se concibe por sí; esto es, aquello cuyo concepto no necesita del concepto de otra cosa, a partir de lo cual deba formarse” (Op. Cit.).

 

La substancia ha de ser autónoma y autárquica tanto ontológicamente (no puede depender de otros para ser) como gnoseológicamente (no puede necesitar del concepto de otra cosa para formarse). El concepto de substancia es una idea innata clara y distinta, cuyo núcleo se vertebra en torno a la existencia: “a la naturaleza de la substancia le pertenece existir”; “su esencia envuelve necesariamente la existencia” (Op. cit.) ya que no puede ser producida por otra cosa y tiene que ser causa de sí misma (causa sui). Spinoza elimina el ámbito de lo posible: no hay substancias “potenciales”. Ahora bien, ¿por qué afirma que sólo puede existir una substancia?¿Por qué descarta la pluralidad (monismo substancial)?

 

Para Spinoza, siguiendo la línea categorial de Descates, la substancia es conocida por su atributo: “entiendo por atributo lo que el entendimiento percibe de la substancia como constitutivo de su esencia” (Op. cit.). Si dos substancias tuvieran un mismo atributo, no podríamos distinguirlas, es decir, al tener la misma esencia nos sería imposible concebirlas como distintas, por lo tanto, solo hay una única substancia, poseedora de una infinidad de atributos, de los cuales nosotros, los hombres, sólo conocemos dos: el pensamiento y la extensión. Estos infinitos atributos expresan la esencia de la substancia o Dios, pero no la determinan; es decir, pertenecen a un plano gnoseológico, no ontológico:

 

“Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita” (Op. cit.)

 

La infinitud de Dios implica que no puede haber otras substancias: todo es en Dios, y si Él fuera distinto de la naturaleza y de los otros “seres”, entonces no sería infinito.

 

Los seres finitos, incluidos los hombres, son modos de Dios, entendiendo por tales “las afecciones de la substancia, o sea, aquello que está en otro, por lo que es también concebida” (Op. cit.). Las mentes finitas son modos de Dios bajo el atributo del pensamiento y los cuerpos finitos son modos de Dios bajo el atributo de la extensión. La naturaleza no es ontológicamente distinta de Dios, porque este es infinito y “ha de comprender en sí mismo toda la realidad”. En esto consiste fundamentalmente el panteísmo de Spinoza, en la afirmación de que, fuera de Dios no puede darse ninguna substancia, siendo este la causa inmanente de todos los seres (modos): “Dios es la causa inmanente y no transeúnte, de todas las cosas” (Op. cit.).

 

La realidad es una y la misma pero observada desde perspectivas diversas, desde distintos puntos de vista, según nos atengamos al atributo del pensamiento o de la extensión. Lo que cambia no son las “cosas”, sino nuestra mirada sobre ellas. Así, el hombre puede ser considerado como cuerpo (extensión) o como alma (pensamiento), pero ambos son constitutivamente la misma cosa. El problema del dualismo cartesiano y de la interacción entre alma y cuerpo es, por lo tanto, un falso problema.

 

Si naturaleza y Dios se identifican, es imposible hablar de azar en el mundo. Todo está determinado por la necesidad de la naturaleza divina, incluso el mismo Dios no podría haber “creado” el mundo de otra manera: su libertad es necesaria y obligada (coacta). Los seres finitos surgen necesariamente y los hechos son causales pero no casuales. Todo esto supone la eliminación de la libertad humana. Esta no es más que un espejismo producto de la ignorancia:

 

“Los hombres se engañan al creerse libres; y el motivo de esta opinión es que tienen conciencia de sus acciones, pero ignoran las causas por que son determinadas; por tanto, lo que constituye su idea de libertad, es que no conocen causa alguna de sus acciones” (Op. Cit.)

 

Este postulado no anula, sin embargo, la praxis humana, la ética. Pese a que no conocemos el orden total por el que se rige la naturaleza, si podemos asumir “activamente” la necesidad absoluta de nuestras acciones. La voluntad y el entendimiento son una y la misma cosa, y por lo tanto, cuando conocemos la necesidad de los aconteceres, esto es, a Dios, podemos sentirnos libres (forzada y necesariamente). El amor a Dios coincide con la sabiduría, con el conocimiento del orden racional necesario que impera en el mundo.

 

Elena Diez de la Cortina Montemayor

ele@cibernous.com

 

 

El panteísmo es una creencia o concepción del mundo y una doctrina filosófica según la cual el Universo, la naturaleza y Dios son equivalentes. La ley natural, la existencia y el universo (la suma de todo lo que fue, es y será) se representa por medio del concepto teológico de "Dios". La palabra está compuesta del término griego πᾶν (pan), que significa todo, y θεός (theos), que significa Dios; así se forma una palabra que afirma: todo es Dios.

 

El panteísmo es la creencia de que el mundo y Dios son lo mismo. Cada criatura es un aspecto o una manifestación de Dios, que es concebido como el actor divino que desempeña a la vez los innumerables papeles de humanos, animales, plantas, estrellas y fuerzas de la naturaleza. También aporta un nexo de unión entre diferentes religiones, por ejemplo, hay poca diferencia entre esta visión o el que para los budistas "el uno es el todo".

 

Análisis

 

De manera general, el panteísmo puede ser considerado como una ideología filosófica. O como una "concepción del mundo". En el panteísmo se enfrentan dos términos: "dios" y "mundo". El panteísmo procede a identificarlos. El resultado ha de ser un monismo, que puede adoptar diversas caracterizaciones.

El panteísmo, en el análisis, puede mostrar algunas variantes. Por un lado puede considerar a la realidad divina, como la única realidad verdadera y a ella se reduce el mundo; en este caso el mundo es concebido como proceso, emanación, desarrollo o manifestación de Dios. Declaradamente una "teofanía". Acosmismo es el nombre de esta forma de panteísmo.

En otro sentido, el mundo puede ser concebido como la única realidad verdadera. A esa realidad se reduce Dios, que suele ser concebido entonces como la unidad del mundo, como una especie de principio orgánico de la Naturaleza, o también, como autoconciencia del universo. Esta forma de panteísmo recibe la denominación de "panteísmo ateo". O también "panteísmo ateísta".

En ambos casos, en ambas formas, no hay ninguna realidad trascendente. Todo lo que existe es Inmanente. Y la divinidad, obviamente, es entendida más bien como principio del mundo.

 

El panteísmo de Heráclito

 

El panteísmo es una doctrina o un componente identificable en las doctrinas del filósofo griego Heráclito, en los fragmentos que de él se conservan. En el filósofo presocrático del devenir, lo divino se halla presente en la totalidad de las cosas, y a un tiempo, es idéntico al mundo y a los entes, en su integridad. Esta concepción arrastra a parangonar lo divino con el Universo, transformándolo en el "fuego generador" que unifica todos los contrarios.

Ese dios-todo de Heráclito congrega en sí mismo la totalidad de las cosas y es, de igual manera, una realidad de carácter eterno. Su cosmología parece, también, referirse a la teoría de un mundo de movimiento cíclico, en virtud de la cual el todo se asemeja a un conjunto de fases alternadas: una suerte de ciclo destructivo y productivo, que más tarde ha de ser retomado y desarrollado por los estoicos.

 

El panteísmo de Plotino

 

Se ha hablado frecuentemente -y acaso de modo impropio- del panteísmo de Plotino. En realidad, para él la divinidad conserva para sí los dos caracteres, la inmanencia y la trascendencia. El dios plotiniano, penetrando todas las realidades se encuentra por encima de todas ellas. Así, el filósofo sostiene con claridad, de modo luminoso, que lo Uno, "en cuanto principio del todo, no es el todo". Una tal afirmación pareciera oponerse a las apreciaciones o interpretaciones inmanentistas y panteístas, de su pensamiento.

 

El panteísmo de Bruno

 

La cosmovisión de Giordano Bruno bien puede ser entendida como un "panteísmo ateo", con ciertos rasgos específicos de "pan -psiquismo".En su obra De la causa, el principio y el Uno es donde se encuentran sus ideas fundamentales sobre la realidad natural.

Una forma o esquema general del universo es la denominada "alma del mundo", cuya preponderante facultad es un intelecto completo y universal, que todo lo llena y todo lo ilumina.

La materia constituye el segundo principio de la naturaleza, por la cual la totalidad de las cosas se hallan conformadas. Los aspectos de los entes pueden mudar, variar o divergir, pero es siempre la misma materia la que se sostiene y perdura por debajo de las exteriores transformaciones.

 

El panteísmo de Spinoza

 

Ha sido usual en la época moderna considerar la filosofía de Baruch Spinoza como el más eminente y radical ejemplo de panteísmo, constituyendo de esa forma, el modelo de todos los panteísmos que le seguirán. Esto se debe principalmente a sus afirmaciones sobre el monismo de la sustancia y del estatuto modal de los individuos finitos, en especial el hombre: «Todo cuanto es, es en Dios, y sin Dios nada puede ser ni concebirse» (Ética, I, XV). El spinozismo, sin embargo, debe ser considerado más bien como un panenteísmo, porque para el filósofo holandés todo está en Dios y el Ser supremo no se confunde ni con el mundo ni con la totalidad de sus modos, al conservar Spinoza la distinción de orden escolástico entre natura naturans (Dios como principio de ser y de su vida irreductible a todo viviente particular) y la natura naturata, conjunto de modos infinitos y finitos. Estando constituido Dios por una infinidad de atributos de los que sólo conocemos dos (el pensamiento y la extensión), la metafísica spinoziana no puede interpretarse ni como un panteísmo materialista ni como un panteísmo espiritualista, dado que en ella se dice Dios es tanto res extensa como res cogitans.

 

Panteístas científicos

 

Albert Einstein[1]

D. H. Lawrence[1]

Stephen Hawking[1]

Robinson Jeffers[1]

Frank Lloyd Wright[1]

 

 

 

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